SUPERADO
PROTAGONIZARON UNO DE LOS GRANDES MOMENTOS DE RIO 2016 EN ESTA PRUEBA
Durante los Juegos Olímpicos de Rio 2016, el velocista canadiense Andre de Grasse fue conocido como el hombre que casi le gana a Usain Bolt. El origen de la leyenda tuvo lugar en las semifinales de los 200 metros, ambos atletas salieron a la pista del estadio Olímpico de Rio en carriles continuos, Bolt ocupaba el cuarto, De Grasse el quinto; es decir, se sabían favoritos para obtener sin apuros su boleto a la final.
En la fugacidad de los menos de 20 segundos que suele durar la prueba hubo pocos contratiempos, Bolt y De Grasse dejaron atrás al resto y se enfilaron a la meta. Cuando se descubrieron en soledad, sobre los últimos metros, el jamaicano bajó ligeramente el ritmo, en un acto acostumbrado, pero el canadiense quiso hacer de lo cotidiano un momento memorable, entonces aceleró.
Cuando Bolt advirtió la ofensiva de su enemigo apretó una vez más la marcha y finalizó primero, De Grasse estiró el cuello lo que pudo, pero no le alcanzó. La imagen final descubre un instante inolvidable, con ambos velocistas riendo aún bajo el impulso de su propia velocidad. De Grasse mira a Bolt con picardía, como quien está orgulloso de lo oportuno de un gran chiste, Bolt le devuelve el gesto, como quien lo celebra. La fotografía toma épica con el segundo plano, donde surge la figura contrastante del resto de los competidores, con la cara desfigurada por el esfuerzo. Horas después, ya en la final, nada cambió. Usain Bolt se llevó su tercer oro consecutivo en la prueba con un tiempo de 19.78, por los 19.80 de Andre de Grasse. El canadiense estuvo cerca de arrebatarle el reinado. En los 100 metros también compartieron podio, sin embargo, el norteamericano Justin Gatlin se interpuso entre ambos.
26 AÑOS TIENE ANDRE DE GRASSE
Sabía que los estadounidenses iban a presionarme. Hacía cinco años que no la superaba, así que ha sido bueno sacarse eso de encima"
TOKIO 2020 FUE SUYO
La madrugada de ayer, segundos antes de la final de los 200 metros, las cámaras tomaban al canadiense Andre de Grasse con insistencia, como apelando a la nostalgia en busca de la imagen que no fue. Más que resaltar la presencia del canadiense, era la ausencia del jamaicano Bolt lo que acaparaba las conversaciones.
Como si el tiempo se hubiera detenido, y lo cinco años de distancia entre ambas justas fueran poca cosa, De Grasse saltó a la pista con la sensación de revancha, ya no estaba Bolt, pero el deporte siempre encuentra la manera de inventarse nuevos enemigos. Apenas hace unos días, cuando los 100 metros parecían posibles, el italiano Lamon Jacobs se llevó la prueba, De Grasse tuvo que conformarse con otro bronce.
Pero los 200 metros son distintos, el canadiense encuentra su éxito en los metros finales, ya sea en serio o medio en broma. De Grasse apretó el paso y cruzó la línea de meta cuando el reloj marcaba 19.62 segundos, registro que habría bastado para vencer a Bolt en Rio, pero en Tokio no estaba Bolt, sino la armada estadounidense,
En 2019, De Grasse confiaba en poder luchar por el título, ya con Bolt retirado, pero entonces se topó con el fenómeno Noah Lyles. que tuvo que conformarse con el segundo, tercer y cuarto lugar.
El canadiense De Grasse, de 26 años y que había sido ya bronce en los 100 metros en estos Juegos, se impuso en la recta final a dos estadounidenses, Kenneth Bednarek (19.68, plata) y el campeón mundial Noah
ANDRE DE GRASSE
Lyles (19.74, bronce).
EMOTIVO
Para De Grasse, el oro de este miércoles tiene sabor a revancha por los problemas que tuvo en el pasado, especialmente en 2017 en los isquiotibiales. Las lesiones le costaron en realidad dos temporadas a este corredor cuyo padre es originario de Barbados y su madre de Trinidad y Tobago.
Tras la carrera pudo hablar por videoconferencia en la pista con sus familiares.
"Yuri, ¿me has visto? ¿He ganado?", preguntó a su pequeña hija de tres años, que saltaba de alegría junto a su madre, la campeona mundial y subcampeona olímpica de 2016 en 100 metros vallas, la estadounidense Nia Ali.