La variante delta y el regreso a clases, riesgos y oportunidades
La variante delta, una mutación del
coronavirus que causa la enfermedad de Covid-19, identificada por primera vez en la India, se ha extendido ya por 124 países a lo largo del mundo y según datos de la OMS, los contagios a nivel global ascienden a 3.4 millones diarios. México es uno de esos países.
La pandemia se encuentra aún lejos de terminar y las respuestas del gobierno federal ante la variante, como desde el principio de la pandemia, están marcadas por la improvisación en el mejor de los casos y por el capricho en el peor de ellos.
La variante delta es cinco o seis veces más fácil de contagiar que las primeras cepas detectadas de Covid-19, lo que ha provocado rebrotes en los países que parecían tener controlada la pandemia. Esta mayor transmisibilidad ha causado problemas particulares, por ejemplo, que familias enteras de cuatro a ocho miembros se han visto todas enfermas al mismo tiempo, algunas de ellas devastadas. Aunque hasta ahora parece no tener un mayor índice de mortandad que las primeras cepas, sí se expande con mayor rapidez, lo que necesariamente implica mayor ocupación hospitalaria y mayores defunciones por comorbilidades asociadas.
El 90% de los casos en la Ciudad de México corresponde ya a enfermos de esta variante y en una semana ha aumentado la hospitalización a un 7% con 3,221 personas hospitalizadas. En Estados Unidos actualmente son más del 93% de los casos reportados, un 90% más que en el mes de mayo pasado. La enorme mayoría de ellos, entre grupos que no se han vacunado. Científicos y organizaciones han alertado que entre más tiempo el virus continúe propagándose, eso le da una amplia oportunidad de mutar.
En medio de la preocupación mundial por las nuevas formas que adquiere la pandemia, y ante el temor de tener que retomar medidas de distanciamiento social que induzcan a una nueva contracción de la economía, la Secretaría de Educación Pública ha decretado el regreso a clases presenciales el 30 de agosto. Por si fuera poco, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha dejado entrever que el regreso a clases se dará incluso en los estados que se encuentren en semáforo rojo. O, en palabras de su jefe, Andrés Manuel López Obrador: “llueva, truene o relampaguee”, para lo cual la educación básica podría ser declarada como actividad esencial.
Estas declaraciones ponen a los padres de familia ante serias disyuntivas y apresuran a los gobiernos locales, seriamente golpeados por las reducciones presupuestales, a establecer importantes medidas sanitarias en los planteles educativos. Estas medidas ponen en la picota la salud de niños y maestros.
Cabe recalcar que aún no se cuenta con un plan de vacunación para menores de edad en el corto plazo. En lugares como Estados Unidos se ha detectado un aumento al doble de los casos positivos en menores de edad sin vacunar, lo que constituye un foco de contagios sin controlar, además que el Covid-19 ha demostrado ser peligroso para infantes con comorbilidades que pueden estar sin detectar.
Ante los caprichos de Palacio Nacional, nos queda esperar lo mejor de maestros y padres de familia, quienes desde el inicio de la pandemia han multiplicado sus esfuerzos por el bienestar de los alumnos. Eso y urgir mayor seriedad al gobierno federal, quien tiene la oportunidad de entregar un verdadero plan integral para la atención de los alumnos y maestros o dar vuelta atrás a sus pretensiones. Tengan por seguro que, con responsabilidad y compromiso, desde el servicio público y desde la sociedad civil, estaremos al pendiente. La salud de nuestros niños es y será siempre lo más importante para las familias mexicanas.