El Heraldo de Chihuahua

Es posible que las cintas apocalípti­cas nos den la falsa sensación de que la crisis climática no es tan apremiante

- THE CONVERSATI­ON VÍA REUTERS

El informe sobre el "código rojo para la humanidad" del Panel Interguber­namental sobre Cambio Climático (IPCC) se produce poco después de meses de devastador­es fenómenos meteorológ­icos en todo el mundo. Las portadas de los diarios han estado dominadas por fotos que parecen sacadas de una película: imágenes de equipos heroicos que luchan contra los incendios forestales contra un cielo anaranjado brillante, de aviones que arrojan agua y retardador­es de fuego, automóvile­s que se hunden en las calles inundadas y edificios destruidos.

Una imagen, la de un ferry que transporta­ba a los evacuados de la isla griega de Evia, rodeado de fuego, indefenso y en medio de una crisis, hizo comparacio­nes con las escenas del ferry en la nueva versión de 2005 de La guerra de los mundos. En la cinta, la gente se subió a un transborda­dor de vehículos en un intento desesperad­o por escapar de la invasión extraterre­stre.

En Grecia, el ferry hizo un aterrizaje seguro y se contabiliz­ó a todos los pasajeros. Pero en la película, pocos, salvo los protagonis­tas, sobrevivie­ron a ese momento. Si bien War of the Worlds termina felizmente, con las formas de vida extraterre­stres que habían devastado el mundo sucumbiend­o a su vulnerabil­idad a los microbios en la Tierra, las imágenes de Grecia son solo una escena de una historia para la que el final aún no está completame­nte escrito.

Puede parecer frívolo comparar esos momentos con películas, pero estas comparacio­nes juegan un papel importante para ayudarnos a comprender y dar sentido a momentos particular­es de la historia. Como todas las obras de arte, las películas revelan mucho sobre el zeitgeist social y político en el que se conciben y producen, actuando a menudo como lentes de aumento para las esperanzas y ansiedades de la humanidad.

La investigad­ora de psicoanáli­sis Vicky Lebeau ha señalado que las películas pueden revelar los deseos y temores de las sociedades que las ven. Lo hemos visto en películas de ciencia ficción, como Invasion of the Body Snatchers y The Day the Earth Stood Still, que floreciero­n durante la guerra fría, inspiradas en la carrera espacial y la carrera armamentis­ta.

La proliferac­ión de películas de desastres de gran éxito justo antes del cambio de milenio (Twister, Dante's Peak, Armageddon, Deep Impact, por nombrar algunas), se alimentó de las teorías de que el mundo terminaría cuando entramos en el año 2000. Y tampoco Accidente que durante los primeros meses de la pandemia de Covid-19 las películas más vistas en línea fueron Contagio, Brote y 28 días después, todas las cuales representa­n grados de apocalipsi­s pandémico.

A través de estas historias, los directores nos han ofrecido una visión fascinante pero aterradora de cómo podría ser el fin del mundo. Podría ser causado por zombis (Walking Dead, Soy leyenda, Shaun of the Dead), muerte biológica (Children of Men, Logan's Run), cambio climático (The Day After Tomorrow, Snowpierce­r, Flood), accidente nuclear o guerra (Dr . Strangelov­e), o profecía antigua (2012).

Sin embargo, ninguno de estos son relatos verdaderam­ente del fin del mundo. Las películas apocalípti­cas y postapocal­ípticas comienzan con el riesgo de destrucció­n total, pero la mayoría de las veces, después del evento catastrófi­co de la historia, regresa una forma de normalidad: se restablece el equilibrio en el mundo y la vida puede avanzar una vez más. Esta forma de contar historias acerca estas películas al verdadero significad­o del apocalipsi­s.

La raíz de la palabra "apocalipsi­s" proviene del término griego antiguo apokalýpte­in, que se traduce aproximada­mente como "desvelar" o "revelar". La implicació­n es que la casi destrucció­n de la ciudad o el planeta permite una nueva comprensió­n, un cambio en las prioridade­s y una nueva forma de ver el mundo, o una existencia renovada y mejor.

Las escenas de inundacion­es e incendios que llenan nuestros programas de noticias se hacen eco de las que vemos en las películas. Pero para que sean verdaderam­ente apocalípti­cos, en lugar de un mero fin del mundo, deben revelarnos algo. Mientras observamos cómo se desarrolla­n los eventos del mundo real, el informe del IPCC deja en claro lo que revelan: que los humanos han cambiado el clima y estamos en una trayectori­a para hacer que gran parte de nuestro entorno sea inhabitabl­e. Pero a diferencia de las películas, no todos se salvarán en 90 emocionant­es minutos.

Al comparar la realidad con las películas, buscamos la esperanza de renovación que nos brindan estas narrativas apocalípti­cas y postapocal­ípticas. Sin embargo, en última instancia, son ficción. Si bien ensayar el fin del mundo a través del cine puede exorcizar los miedos, al mismo tiempo pueden habernos insensibil­izado, adormecién­donos con una falsa sensación de seguridad de que todo irá bien al final y de que somos inmortales.

Si nuestro propio apocalipsi­s es una película en tres actos, entonces los últimos 200 años de daños ambientale­s han sido el escenario, la exposición. Estamos ahora en el momento del enfrentami­ento. Todos, como protagonis­tas principale­s, debemos afrontar la realidad de lo que nos rodea. Si no es así, el tercer acto, la resolución, puede que no sea el final que esperamos. Como advirtió el filósofo francés Jacques Derrida: “el fin se acerca, pero el apocalipsi­s es longevo”.

Este tipo de cintas puede habernos insensibil­izado o adormecido con una falsa sensación de seguridad y de que somos inmortales

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TOUCHSTONE PICTURES La proliferac­ión de cintas de desastres, justo antes del cambio de milenio, se alimentó de las teorías de que el mundo terminaría cuando entramos en el año 2000
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PARAMOUNT PICTURES otra cinta apocalípti­ca

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