Amor a la verdad
Deseamos la verdad sobre la madurez de unas manzanas y sobre las vitaminas de unas verduras, sobre la eficacia de un desarmador y sobre la duración eficaz de la batería del celular.
Deseamos la verdad en tantos ámbitos, porque cada verdad es luz para nuestra vida. Y porque el error y la mentira nos impiden caminar hacia la conquista del bien.
El amor a la verdad es algo que nace de lo más profundo del ser humano. Por ello leemos libros, escuchamos programas de radio o de televisión, consultamos a médicos o a amigos bien informados.
Por desgracia, la verdad se hace difícil cuando las prisas rodean nuestra sed de información, o cuando hay quienes censuran todo lo que pueda ir contra sus intereses mezquinos, o cuando grupos de poder apagan cualquier información “disidente”.
A pesar de las dificultades, nunca dejamos de buscar la verdad. Incluso en ocasiones estamos dispuestos a arriesgarnos contra las ideas dominantes con tal de abrir espacios a informaciones buenas.
En el pasado, como en el presente, ha habido y hay presiones familiares, sociales, o políticas, que buscan ahogar la sed de verdad de la gente, o que suprimen la sana libertad de expresión para imponer sólo las ideas de unos sobre otros.
No hay que tener miedo a esas presiones, sino vencerlas con la unión de todos aquellos corazones que mantienen despierto su amor a la verdad, y trabajan por comunicarla, aunque sólo sea de boca en boca, sobre todo cuando existen instrumentos de censura.
Al final, estamos seguros, triunfa la verdad, gracias a la sangre de mártires del saber que difunden todo lo que sea verdadero a quienes lo buscan sinceramente. (catholic.net)