Fracaso en Afganistán costará muchas vidas
Después de
20 años de supuesto trabajo de seguridad, desarrollo y reconstrucción social y política, encabezado por Estados Unidos y seguido por 48 países más de la alianza internacional, Afganistán vuelve a manos de los talibanes. El fracaso y la falta de eficiencia de la comunidad internacional en estos 20 años es flagrante, y algunas personas expertas en el tema ya lo estaban advirtiendo hace tiempo.
El profesor de la Universidad Complutense de Madrid José Miguel Calvillo lo advirtió en una entrevista a Radio Nacional de España en mayo de este año, cuando afirmaba que “…los talibanes llevan un año desde que se firma el acuerdo con Trump en el que su objetivo es el gobierno de Kabul y para ellos es una guerra civil en la que día tras día consiguen más poder y más legitimidad. Ojalá me equivoque, pero en cuanto la comunidad internacional abandone Afganistán sin un apoyo serio y estable a Kabul, será cuestión de tiempo que los talibanes lleguen al poder”. Y no se equivocaba en absoluto.
Una de las mayores especialistas en Afganistán a nivel internacional es la periodista española Mónica Bernabé. Hizo su primer viaje al país en el año 2000, fundó y presidió durante 16 años la Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán, una ONG de apoyo a mujeres afganas.
Después de siete años de viajar periódicamente a Afganistán, a mediados de 2007 se estableció en Kabul hasta 2015. En recientes declaraciones al canal de televisión española La Sexta, ha afirmado que en los 20 años de permanencia de Estados Unidos en suelo afgano pusieron en el poder a criminales de guerra, a corruptos, por los que la gente no tenía intención de luchar.
Ese matiz en el análisis se ha visto en pocos medios de comunicación, y creo que es fundamental para entender el fracaso de Estados Unidos y de quienes lo apoyaron, ya que la intención no es suficiente; si la población afgana no tenía líderes confiables, si veía cómo se robaban los fondos internacionales previstos para la reconstrucción del país, era imposible que la estructura política artificial que se montó aguantase.
Por otro lado, el temor ante la creación de un posible paraíso para terroristas ha alertado a la OTAN, su secretario general, Jens Stotltenberg, hizo unas declaraciones esta misma semana que se pueden interpretar como una amenaza a los talibanes. Les dejó claro que no van a permitir que el país se convierta otra vez en una base de entrenamiento y estadía segura para grupos terroristas internacionales.
Afirmó que “…durante dos décadas no ha habido atentados en los países aliados organizados desde Afganistán”, y que “…los aliados disponen de las capacidades y la vigilancia para enfrentarse a cualquier posible amenaza futura desde Afganistán”.
Pero los talibanes no tienen miedo a un enemigo que acaban de vencer por las armas y la constancia. A la OTAN no le queda más remedio que decir lo que ha dicho, pero perdió. Controlar el terror que se pueda poner en marcha desde Afganistán a partir de este momento no está en sus manos.
A las vidas de los militares muertos en servicio durante estos 20 años, habrá que sumar los que deje la represión talibana en los años venideros. La violación sistemática de los derechos de la mujer afgana que se está produciendo desde estos momentos en el país debe hacer reflexionar a occidente, porque su falta de criterio, de acierto y de eficiencia, cuesta muchas vidas.
Profesor e investigador de la Universidad Complutense, Madrid