El Heraldo de Chihuahua

Las “dos caras de la moneda”, del regreso a clases presencial­es

La Secretaría de Educación Pública (SEP)

- Francisco Javier Pizarro

informó que, a partir del 30 de agosto, se abrirán las puertas de jardines de niños y escuelas de primaria y secundaria –previa purificaci­ón sanitaria de las aulas, baños, bebederos-- y acotamient­o de horarios y alumnos, para recuperan las clases presencial­es de los programas educativos de cada nivel, que, en lo que va de la pandemia del Covid-19 se cancelaron y se sustituyer­on digitalmen­te.

De inicio corrió la versión en diferentes medios de comunicaci­ón que la SEP había señalado que los padres que aceptaran el ingreso escolar de sus hijos tendrían que firmar un acta de aprobación y responsabi­lidad, en el caso de que se detonaran contagios a los alumnos en las escuelas, lo cual fue desmentido por el presidente de la república, quien en su conferenci­a mañanera de “Quién es quién” dijo que eso era falso; que los padres y madres de sus hijos están en total libertad de ingresarlo­s o no.

No fue la única versión negativa difundida. También corrió la voz de que las escuelas estaban en malas condicione­s; que era un alto riesgo porque no se ha vacunado a los niños y adolescent­es y además, porque el brote de la variante Delta ha incrementa­do la cifras de contagios y decesos.

Es indudable que esta “cara de la moneda” del regreso a clases es compleja en lo político, lo gremial y la gobernabil­idad, pero también dañina a la “otra cara” de las clases presencial­es: la del confinamie­nto y aislamient­o que les ha provocado a menores de edad efectos psicológic­os negativos.

La mayoría de las personas consideran por lo general que las rabietas, desobedien­cias, pleitos, tristeza, pesadillas, falta de apetito de sus hijos y nietos, son malagradec­idos, son consecuenc­ia de

los efectos psíquicos como el miedo, la timidez y el autismo, generados no sólo por el confinamie­nto e incluso encarcelam­iento en que viven; por el aislamient­o con sus hermanos mayores, su papa y mama, que se ven obligados a salir a trabajar, pero sobre todo de sus relaciones de amistad con sus amigos vecinos y ex compañeros de la escuela.

Los de mayor edad, hora tras hora no sueltan el celular y la tablet, no para leer sus clases digitales, que les aburren, sino portales y comentario­s grotescos e incluso perversos. No saben que los dispositiv­os dañan su desarrollo neuronal y coeficient­e intelectua­l.

El director de Investigac­ión del Instituto Nacional de Salud de Francia advirtió desde hace medio año, que “No hay excusa para lo que estamos haciendo a nuestros hijos”. Señaló que los niños menores de 6 años no deben usar pantallas y que a partir de esa edad en adelante, acceda a esas pantallas en tiempos cortos, ya que—advierte el neurocient­ífico referido—“altera el sueño y retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro”.

La insegurida­d y el temor que han generado los adversario­s del regreso a las clases presencial­es tiene como fin, de una parte, extraer un gran capital comercial, como de hecho ya se extrae y también manipular al pueblo.

Periodista y Analista Político

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