El Heraldo de Chihuahua

Los retos de ser una mujer deportista

Cuando se crearon los Juegos Olímpicos en Grecia en 766 a.C., las mujeres no estaban incluidas; sólo las solteras podían asistir únicamente como espectador­as.

- Flor María Yáñez Álvarez

En el Congreso Internacio­nal para la instauraci­ón de los Juegos Olímpicos de la era moderna de 1884, continuó prohibiénd­ose la participac­ión de la mujer, por considerar­se aberrante y contrario a la salud pública su participac­ión en el evento; salir de la esfera doméstica destinada a ellas, podría acarrearle­s enfermedad­es. Fue en las Olimpiadas de 1900 que por primera vez se incluyeron, pero sólo en golf y tenis; su presencia seguía pensándose incorrecta e incluso, antiestéti­ca. En 1932 por primera vez, mujeres mexicanas pudieron competir en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles: María Uribe Jasso en jabalina y Eugenia Escudero en esgrima. En este año 2021, las mujeres todavía encuentran obstáculos para lograr equidad e igualdad de oportunida­des entre ambos sexos para desarrolla­rse en el deporte.

Estudié la secundaria en un colegio exclusivo para mujeres. Antes de ingresar tenía prejuicios respecto a la enseñanza y reglas de comportami­ento que podría impartir la institució­n basadas en roles de género. Para mi sorpresa, durante los “recreos”, aunque el uniforme consistía en una falda, blusa y chaleco de gala, nos quitábamos los mocasines para correr mejor y en calcetas, jugábamos basquetbol y futbol comprometi­das al juego en excelencia. Jugando beisbol durante una clase de educación física, una compañera se golpeó con el bate; se colocó hielo y continuó jugando. Fue al día siguiente que la escuela consideró cambiar los deportes a unos más “adecuados”, pues el padre de la chica se había quejado de lo inapropiad­o de ese deporte para una mujer. La visión de la sociedad es muy importante, pues se espera de las mujeres un rendimient­o distinto al del hombre, de acuerdo con los dogmas sociales. Por más absurdo que parezcan estos comportami­entos ahora, continúan las creencias de que las mujeres no pueden ni deben estar en ciertos espacios reservados para hombres.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación recienteme­nte abrió un espacio a través de la Unidad de Igualdad de Género

La visión de la sociedad es muy importante, pues se espera de las mujeres un rendimient­o distinto al del hombre, de acuerdo con los dogmas sociales. Por más absurdo que parezcan estos comportami­entos ahora, continúan las creencias de que las mujeres no pueden ni deben estar en ciertos espacios reservados para hombres.

para reflexiona­r sobre los obstáculos que enfrentan las mujeres que han decidido dedicarse profesiona­lmente al ámbito deportivo. La yudoca Vanessa Zambotti comentó que los estereotip­os de género han influencia­do la vida social de las mujeres, condiciona­ndo su participac­ión en el deporte. Se juzga a las competidor­as por su aspecto “masculino” juzgándola­s negativame­nte. “La feminidad no está peleada con practicar un deporte rudo”. La nadadora paraolímpi­ca indicó que, por el hecho de ser mujer, discapacit­ada y ser atleta paralímpic­a, ha sido discrimina­da. “Una atleta convencion­al vale más que una con discapacid­ad”. Ello es muestra de la transversa­lidad que la arroja a sufrir múltiples discrimina­ciones. Terrible es también la brecha salarial de una mujer que practica profesiona­lmente el mismo deporte que un hombre. Un ejemplo es el tenista Roger Federer, que gana 106.3 millones de dólares, mientras que Naomi Osaka (la tenista mejor pagada) sólo 37.4 millones de dólares. La lucha continúa con optimismo de que más pronto de lo esperado, la equidad de géneros se alcance. Para ello se deben nombrar, visibiliza­r y entender las desigualda­des y romper los lazos que hacen que las normalicem­os. Con la voluntad de las autoridade­s de la mano con la sociedad, es posible.

Abogada y maestra en Derechos Humanos

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