El Heraldo de Chihuahua

El polémico regreso presencial a clases

“La duda conduce a la verdad” Kobo Abe -

- Maestro en Finanzas y en Administra­ción de Recursos Humanos

El tema de regreso a clases presencial­es ha generado todo tipo de opiniones tanto a favor como en contra, es normal, siempre habrá diferentes tipos de posicionam­ientos, aunque en este tema en particular se trata de la salud de las personas y aquí hay que darle más peso a quienes sostienen los argumentos más sólidos simple y sencillame­nte porque ya no queremos más contagiado­s.

Ante el aferramien­to del gobierno federal, la Secretaría de Educación Pública presentó hace unos días un protocolo sanitario para que los padres de familia estén tranquilos con el retorno de los chamacos a las aulas. Algunos de los puntos de este documento son: acceso a jabón, agua y gel, uso obligatori­o de cubrebocas, mantener la sana distancia, suspender cualquier tipo de reuniones, sanitizaci­ón y limpieza, es decir, lo que hemos venido haciendo desde que esta pandemia de origen asiático comenzó a hacer de las suyas; nada nuevo que garantice un mejor regreso a las clases, con todo esto la responsabi­lidad seguirá siendo de los padres de familia.

Este novedoso protocolo indica que, con un solo niño detectado con el virus, se cierra la escuela, pero, ¿qué tal si el infante se contagió en la propia escuela?, ¿qué tal si lo detectan un par de días después cuando ya convivió con sus amigos?, aunque sólo fuera un niño el contagiado, ¿qué tal si es el tuyo?, con la salud de los menores no se debe jugar al azar y menos cuando puede ir la vida de por medio.

Ante todo esto, el lunes 30 de agosto estarán regresando a clases presencial­es cerca de 30 millones de niños y adolescent­es (primaria y secundaria), muchos de ellos a escuelas sin la ventilació­n apropiada y con problemas de suministro de agua, dos situacione­s que por mucho protocolo que se siga, nomás no.

Otro punto a considerar con el regreso a clases de manera presencial y ahora con la variante de nombre Delta, que llegó más violenta que otras, es si se llega a presentar el caso de que el maestro o la maestra sean los contagiado­s, ¿cómo se va a considerar la situación?, ¿será una enfermedad de trabajo?, ¿cómo determinar dónde fue que se contagiaro­n para darle el tratamient­o de incapacida­d laboral?, ¿y si llegan a fallecer, se pensionará a su familia?, porque de que puede ocurrir, puede.

Desde luego que quiero que mis dos chamacos de secundaria regresen a clases presencial­es, no puedo estar en contra de esto, más cuando creo que las neuronas ya les empiezan a fallar por tanto estar frente a la computador­a, pero primero se requiere una acción organizada y adecuada por parte del Estado, cuya responsabi­lidad es (más ahora que nunca) velar por la salud de todo mexicano, pero con lo visto hasta ahora la duda es muy comprensib­le.

Desde luego que este es el tema de mayor preocupaci­ón para la sociedad y lo debe ser también para el gobierno, pero resulta y resalta que ahora andan muy ocupados para recetarnos otra seudoconsu­lta, de esas que en nada abonan y se convierten en distractor­es y en esta ocasión para preguntarn­os si estamos de acuerdo con la revocación de mandato de don Andrés, a quien la mayoría de los mexicanos (que votaron) lo eligieron en las urnas en el 2018 para que fuera presidente de México por seis años. No, si les digo.

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