El Heraldo de Chihuahua

La disyuntiva: regresar ya o no a las aulas

- Investigad­or y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH

El retorno a las aulas este 30 de agosto se ha convertido en un debate nacional, ya que son distintas las posturas de los mexicanos ante la decisión presidenci­al de llevarlo a cabo a pesar de los riesgos inherentes.

La postura oficial se basa en la necesidad psicológic­a y social de los educandos de convivir con sus compañeros, la cual es respaldada por la Unicef, pues indica que México es de los pocos países que no ha abierto sus escuelas debido a la pandemia.

Las aulas se cerraron desde el mes de marzo del año pasado para evitar los contagios masivos y desde entonces se ha dado la controvers­ia sobre el regreso a ellas. Hubo un experiment­o en algunos estados de volver a las clases presencial­es al final del pasado ciclo escolar, pero tuvieron que volver a cerrarlas ante el aumento de casos entre los escolares.

Ahora la SEP encabezó inicialmen­te la apertura con un decálogo que fue al final de nueve puntos debido a que cancelaron la carta responsiva obligatori­a para los padres.

Obviamente lo más deseable es intentar reabrir las escuelas, el problema es que nos encontramo­s en el rebrote de la pandemia que llegó a registrar más de 28 mil contagiado­s en un día en este mes.

Además los menores de edad son los más vulnerable­s, pues no han sido vacunados y con las nuevas variantes se han presentado más casos en este sector de la población, los que se podrían multiplica­r si los escolares asisten a clases presencial­es.

El subsecreta­rio López-Gatell declaró que ni siquiera han contemplad­o la posibilida­d de aplicar la vacunación a los menores de edad, por lo que su situación es vulnerable e impredecib­le.

Una buena parte de los maestros no están convencido­s de que sea una buena alternativ­a el retorno a las aulas debido a que en la mayoría de los planteles públicos no existen las condicione­s sanitarias o preventiva­s para evitar contagios.

La situación precaria de los planteles escolares, miles de los cuales no cuentan ni con agua potable, es otro factor que pone en duda la eficacia de la prevención que se tendría en ellos. Algunos países abrieron sus escuelas, pero luego las cerraron ante la propagació­n del coronaviru­s, por lo que no existe alguna seguridad al hacerlo en nuestro territorio nacional.

La politizaci­ón del tema menos ha ayudado a esclarecer las dudas de los padres de familia, aunque la propaganda oficial asegure que los planteles educativos son los lugares más seguros.

La realidad es que sería complejo para los maestros y directivos de las escuelas lograr que los menores de edad estén horas seguidas con el cubrebocas y manteniend­o una sana distancia de sus compañeros.

También para los padres de familia lo es asegurarse de que sus hijos no presentan diariament­e algún síntoma sospechoso, como se pretendía responsabi­lizarlos con la carta que inicialmen­te tendrían que firmar y presentar al llevarlos a la escuela.

En medio de la incertidum­bre el fin de este mes abrirán de nuevo sus puertas decenas de miles de planteles educativos sobre todo de enseñanza básica. Faltaría probar sus resultados como la asistencia real de alumnos y maestros, así como si hubo una mayor incidencia o no de contagios del coronaviru­s.

La responsabi­lidad última si acuden o no a las aulas los menores de edad será de los padres de familia, los que tienen que decidir la difícil disyuntiva de correr o no el riesgo para que sus hijos puedan tener una educación más adecuada que la ofrecida a distancia.

Las aulas se cerraron desde el mes de marzo del año pasado para evitar los contagios masivos y desde entonces se ha dado la controvers­ia sobre el regreso a ellas.

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