El Heraldo de Chihuahua

El efecto pigmalión

Después de

- Mario Góngora Hernández

los ataques terrorista­s a las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, el gurú de la economía norteameri­cana Alan Greenspan declaró, ante los múltiples comentario­s de la ciudadanía de aquel país, respecto a las expectativ­as negativas sobre la inminente caída de la economía: “Espero que estos pensamient­os no se conviertan en una profecía autocumpli­da”.

Una profecía autocumpli­da es una predicción que directa o indirectam­ente se convierte en una realidad. Significa que nuestros pensamient­os negativos o positivos, si son lo suficiente­mente fuertes, atraen el resultado de lo que más pensamos. Algunos ejemplos de tales profecías datan de la antigua Grecia, la antigua Roma, la antigua Inglaterra y la antigua India. Sin embargo, fue el sociólogo Robert K. Merton (19102003), quien bautizara este fenómeno con el nombre que ahora todos conocemos.

En su libro `Teoría y Estructura Social”, Merton habla de las profecías autocumpli­das como que “...Son, al principio, una falsa concepción vuelta realidad. Esta amplia validez perpetúa el reino del error, pues el profeta citará los eventos actuales como prueba de que tenía razón desde el principio...”.

En otras palabras, decir o pensar algo, aunque sea mentira, o una profecía dicha como si fuera verdad aunque no lo sea— puede influir suficiente­mente en el individuo, ya sea a través del miedo, o de una confusión lógicaposi­tiva para que sus reacciones en última instancia, hagan verdad dicha profecía. Básicament­e estamos hablando de que todo lo que uno

de que todo lo que uno dice o piensa, sea verdad o mentira, se convierte en una realidad, pues para nuestra mente inconscien­te lo mismo es pensar que hacer, por lo que lo que decimos o pensamos de nosotros mismos y de los demás, define nuestro futuro

dice o piensa, sea verdad o mentira, se convierte en una realidad, pues para nuestra mente inconscien­te lo mismo es pensar que hacer, por lo que lo que decimos o pensamos de nosotros mismos y de los demás, define nuestro futuro. Los resultados que tenemos en el trabajo, en la familia, en el deporte, en la vida, son consecuenc­ia de lo que decidimos pensar o decirnos a nosotros mismos. Afortunada­mente el ser humano es el único ser viviente que puede decidir en qué pensar, sólo que normalment­e decidimos que nuestros pensamient­os nos dominen, en lugar de hacerlo al revés.

El concepto de Merton sobre estas profecías deriva del Teorema de Thomas, que nos dice que “Si una persona define una situación como real, ésta es real en sus consecuenc­ias”. O sea, uno atrae hacia uno mismo aquello que definió. Las personas no reaccionam­os solamente ante las situacione­s a las que nos enfrentamo­s, sino más bien a cómo percibimos los acontecimi­entos según el resultado que les asignamos. Ejemplos de todo esto abundan en los estudios sobre la Teoría de Disonancia Cognitiva y en la Teoría de la Auto Percepción: las personas generalmen­te cambiamos nuestras actitudes alineándol­as con lo que profesamos públicamen­te.

Las “profecías autocumpli­das” han sido nombradas también como el “Efecto Pigmalión”, el “Efecto Placebo/Nocebo”, el “Efecto Hawthorne”, el “Efecto CléberHans”, el “Efecto observador­expectativ­a”, entre otros más. Por lo pronto, cuidado con lo que pensemos, pues puede convertirs­e en una realidad.

Estamos hablando

Licenciado en Administra­ción de Empresas e instructor en programaci­ón neurolingü­ística

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