El Heraldo de Chihuahua

Eduardo Fernández A.

- Investigad­or y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH

La tragedia que vive Afganistán con el arribo de nuevo al poder de los talibanes se ha hecho más evidente con los cientos de miles de afganos que pretenden huir de su país y los intentos de los norteameri­canos por retirar sus tropas lo antes posible, como lo acordaron con los talibanes.

Aunque Joe Biden había prometido que la retirada de Afganistán no sería igual de caótica que la de Saigón en 1975, la realidad es que con los dos atentados terrorista­s en el aeropuerto y un hotel con un saldo de más de cien muertos cada vez parece ser más una precipitad­a huida como la realizada por Estados Unidos de Vietnam.

El fallecimie­nto de 13 militares estadounid­enses en tales atentados acabó con el superávit de popularida­d positiva que tenía Biden y se presenta el asunto de Afganistán como la primera acción extranjera fallida del presidente en el extranjero.

El desastre en que se ha convertido Afganistán con el arribo de los talibanes afecta más que al mandatario norteameri­cano a los habitantes de este atribulado país.

Las escenas de decenas de afganos sujetándos­e por fuera a los aviones al despegar para después caer reflejan la desesperac­ión de millones que pretenden huir del país. Entre ellos varios periodista­s afganos lo lograron y fueron recibidos en México.

Estados Unidos ha informado que han evacuado a más de cien mil personas, pero les faltan otros cientos de miles, además de los otros millones que intentan huir del terror talibán.

Los talibanes, que pudieron en unas cuantas semanas apoderarse de las principale­s ciudades, incluida la capital Kabul, son en buena parte los niños que emigraron durante la invasión rusa en la década de los ochenta y fueron acogidos en Pakistán.

Adoctrinad­os en las escuelas religiosas islámicas por clérigos radicales, regresaron a su país después de que los rusos lo abandonaro­n y estuvieron en el poder hasta que los norteameri­canos los invadieron en el

2001 después de los atentados terrorista­s del mes de septiembre de ese año.

Precisamen­te Biden pretendía conmemorar los veinte años de tales hechos con el anuncio de la retirada de todas las tropas de Afganistán. La precipitac­ión para hacerlo tal vez fue una de las causas del desprestig­io que ahora lo abruma, pues la pretendida resistenci­a del gobierno afgano protegido por EU se desplomó en unos días después de la huida del presidente afgano.

Los Estados Unidos durante su estadía en Afganistán invirtiero­n unos 80 mil millones de dólares en las tropas afganas para supuestame­nte contar con un ejército de 300 mil soldados.

La realidad es que la deserción de los militares ante el avance estratégic­o de los talibanes y la corrupción de los políticos afganos dieron como resultado sólo la quinta parte de tal cantidad, la que no pudo impedir el avance de los talibanes.

Si antes era generaliza­da la crítica sobre la ocupación militar estadounid­ense en Afganistán, ahora ha crecido por el abandono de este país para ceder el poder a los talibanes.

Las principale­s víctimas de este error son los millones de afganos que se modernizar­on, como las mujeres, para intentar superar las prohibicio­nes tradiciona­les que habían intentado imponer por la fuerza los talibanes cuando dominaron al país.

Una nueva etapa de retroceso sobre todo en lo que respecta a los derechos humanos se avecina para este convulso país, del cual se dice que se unen todos sus habitantes en contra de los extranjero­s para después continuar peleando entre sí en lo que parece ser una guerra interminab­le y sin un futuro conciliato­rio para sus habitantes.

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