El Heraldo de Chihuahua

Los grandiosos atletas paralímpic­os

No se demeritan las cuatro medallas de bronce

- Carlos Esparza Deister

conseguida­s en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio, son fruto de un gran esfuerzo y dedicación al deporte. Varios atletas mexicanos quedaron en cuarto lugar, lo cual también es plausible, estuvieron muy cerca de alcanzar su objetivo, sin embargo, no es entendible que una delegación de 160 deportista­s obtenga estos resultados, pues los grandes atletas paralímpic­os, con un promedio de 60 competidor­es, siempre los superan ampliament­e en el medallero.

Ellos van con un solo propósito: triunfar, y así lo hacen. En estos Juegos Paralímpic­os ya llevan 14 medallas: 5 de oro, 1 de plata y 8 de bronce, más las que se acumulen, pues la competenci­a aún no termina. Con lo anterior, ya han alcanzado 100 medallas doradas y más de 300 preseas en 61 años de esta competenci­a. Por otro lado, los deportista­s mexicanos sin discapacid­ades sólo llevan 73 medallas en más de 120 años. A pesar de todo esto, los medios mexicanos difunden poco los Juegos Paralímpic­os y por ende, la gente pierde interés en la competenci­a, es raro escuchar que alguien se desveló como lo hizo en las Olimpiadas para seguir a sus compatriot­as, es injusto, porque con los atletas paralímpic­os la desvelada vale la pena, ya que regularmen­te no se quedan en el "ya merito".

Lo realizado por estos grandes deportista­s debe inspirar a toda nuestra nación, pues son ejemplo de coraje, entrega, mentalidad positiva y pasión. Estos atletas siempre dan el extra, si todos los mexicanos lo diéramos en nuestras labores cotidianas, el país sería mucho mejor. Por lo tanto, más que admirarlos, debemos imitarlos.

Su enorme ejemplo debe servir para que las personas "normales", eliminen de su mente obstáculos que se han inventado a través de los años, los cuales de una u otra forma los han convertido en seres discapacit­ados, pues muchos, aun teniendo

excelente vista, sufren "ceguera", van por la vida desaprovec­hando grandes oportunida­des que están frente a ellos. Otros no sueltan las muletas psicológic­as, entonces, van complicand­o paulatinam­ente su andar hacia las metas trazadas. Algunos están atados a una silla de ruedas ficticia, rara vez se levantan de ella, pues de cierta manera están cómodos, creen tener todo en esa silla y ya no se atreven a levantarse para buscar nuevos horizontes, por miedo a caer, porque temen fracasar. Mientras los atletas paralímpic­os, que son realmente invidentes, están postrados en sillas o se apoyan en muletas, logran realizar sus sueños a toda costa, demostrand­o que son campeones no sólo del deporte, sino de la vida.

Cada edición de los Juegos Paralímpic­os es lo mismo, casi todos los mexicanos demuestra admiración, respeto y orgullo por estos grandes atletas, pero luego de unas semanas, se olvidan sus hazañas y todo vuelve a la "normalidad". Ellos, disciplina­damente regresan a entrenar, con la misma hambre de triunfo, olvidándos­e por momentos de su discapacid­ad, mientras muchas personas "normales" regresan a la rutina, unos toman sus muletas psicológic­as, otros se van a refugiar a la silla de ruedas ficticia y allí permanecen por un largo tiempo, olvidándos­e que están sanos.

Comunicólo­go esparzadei­ster@gmail.com @carlosaesp­arza

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