El Heraldo de Chihuahua

Llamados a cambiar la historia

He tenido la oportunida­d este verano de estar mucho tiempo en Majalca y me siento privilegia­da de poder disfrutar el maravillos­o lugar este año que ha llovido tanto.

- Roberta Cortázar Bickley Maestra. Involucrad­a en varios movimiento­s en pro del medio ambiente

Caminatas largas por los alrededore­s y otras cortas, pero siempre con el privilegio de ver escenarios espectacul­ares. Las formacione­s rocosas son de admirarse, bañadas de arroyos y cascadas, rodeadas de verde y una gran variedad de plantas y flores silvestres que regalan un sueño. Ante esta creación de ensueño doy una reverencia al Creador y le digo que las maravillas de la naturaleza me asombran cada vez más desde ángulos momentáneo­s que me dan nuevas sorpresas. Muchos de los problemas del ser humano en cuestión de salud (todo tipo de salud: física, mental, espiritual) se generan por falta de contacto con la naturaleza y sobre todo por actitudes que desdeñan la gran importanci­a del medio ambiente. Estamos en una era de excesiva informació­n y miles de teorías que llevan al hombre a pensar que es dueño del mundo y que según sus posibilida­des económicas puede disponer de todo sin ninguna culpa del origen de lo que consumimos, lo que nos llega servido en una charola de plata que esconde muchos atracos en contra de la naturaleza y sus seres vivos, incluyendo a esas personas que en desventaja son utilizadas por los poderosos para hacer negocio o saciar las peores perversida­des. Por más que leo historia, más cuenta me doy que estamos en un círculo vicioso y que en todos los tiempos de la humanidad se repiten los patrones de crueldad entre nosotros mismos y la naturaleza y todo recae en la creencia que somos una especie fuera de serie, que por ser hijos de Dios se nos entregó este mundo para que hiciéramos con él lo que nos placiera. Ya definitiva­mente mis valores han cambiado y al observar la grandeza natural que nos rodea no puedo ponerme en esa cúspide absurda desde donde vamos exterminan­do las posibilida­des de vida del planeta. El respeto viene desde la huella que vamos dejando, desde todos esos desechos que tiramos directamen­te o en la complicida­d con esas industrias con las que formemos una sociedad (anónima) donde las responsabi­lidades se enfocan en los productore­s y no en los millones de consumidor­es que damos vida a los monstruos que con sus tentáculos nos involucran en el consumismo. Definitiva­mente necesitamo­s comer menos, y no sólo me refiero a la comida, sino a todo eso que creemos que nos llena y nos lanza al abismo del sin sentido. Hoy abogo por la naturaleza, hoy llamo la atención de todos aquellos que estamos en las teorías, alzando la cabeza como los sabelotodo, pero sin acción, ante una Informació­n que llega por todas esas redes Informativ­as que alcanzan hasta al más alejado, hasta al menos (educado) y desde donde nos Informen que se necesita la colaboraci­ón social para salvar el planeta. Hacer oídos sordos a esta informació­n es un acto suicida y otro homicida para las futuras generacion­es. Los invito a revisar sus valores y ponerlos en el orden que lleva a colaborar por el bien de todos y de todos. ¡Come menos! ¡Consume lo necesario! ¡Rechaza los productos que están acabando con tantos espacios naturales! ¡Y sobre todo pide al Creador inteligenc­ia y voluntad para actuar ya! Somos parte de la naturaleza, pero definitiva­mente no los reyes, sino los supuestos pensantes que debemos cuidarla este bellísimo y bondadoso lugar.

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