Otro país, donde se respete la vida
La Suprema Corte de Justicia de nuestro país nuevamente ha demostrado que no es de justicia, sino sólo de constitucionalidad, de legalidad; es decir, que sus decisiones no son para implantar justicia, sino sólo para declarar que las leyes o normas de un Estado o de un cuerpo legislativo son o no son acordes con la Constitución. Eso, por tanto, significa que sus decisiones son sólo expresión de legalidad, no necesariamente de justicia. ¡Deberían cambiar el nombre de la Corte!
Lo mismo hicieron cuando ordenaron excarcelar a asesinos materiales confesos de la masacre de Acteal. Adujeron que el proceso jurídico adolecía de algunas deficiencias, y cometieron la injusticia de declarar inocentes a culpables comprobados de asesinatos. Y lo hicieron dizque en nombre de la justicia. ¡Qué pena y qué vergüenza!
Ahora han declarado que es inconstitucional castigar el aborto, y también que es contrario a la Constitución que una legislatura estatal blinde el derecho a la vida de los recién concebidos, y que, por tanto, no es delito matar a un ser humano, a un inocente e indefenso. Es insignificante, es embrionario, pero es un ser humano en proceso de crecimiento, una auténtica vida humana. En consecuencia, según la Corte, ¡se puede matar impunemente! ¿Eso es justicia?
Sólo se han fijado en defender a la mujer, en legitimar su derecho a decidir, en protegerlas para que hagan lo que quieran con su cuerpo, pero no pusieron atención al ser humano en gestación. Hay que defender los derechos de las mujeres, hay que darles una atención integral en las situaciones difíciles de su gestación, hay que evitar victimizarlas. Eso está muy bien y se aplaude. Pero, ¿el niño no tiene derechos? Y si es una niña la que está en el seno materno, ¿no tiene derechos, ni siquiera el más fundamental, que es el derecho a la vida? Tú no puedes aducir que tienes derecho a hacer lo que quieras, si está en juego el derecho de un tercero.
Por ejemplo, no puedes poner tu música al volumen que quieras, si con ello dañas el derecho del vecino a descansar. No hay que ser parciales en la aplicación de los derechos, defendiendo unos y violando otros con la misma acción.