El Heraldo de Chihuahua

Consumació­n e interrupci­ón

- Raúl Sánchez Küchle Ingeniero Civil y articulist­a

Dos temas nos mueven hoy a la reflexión. El primero, en este mes patrio, referente a la consumació­n de la independen­cia de nuestro país, la cual celebrarem­os 200 años el día 27.

Los hechos son los hechos y, fuera de cualquier interpreta­ción sesgada o no, hay que presentarl­os como son, o fueron.

El 16 de septiembre de 1810 nacía, ya en ciernes y un tanto apresurado por las condicione­s del momento, el que se ha denominado movimiento independen­tista, aunque más bien se iniciara como búsqueda de una autonomía de España, no propiament­e la independen­cia. A través de una cruenta guerra que duró 11 años, la idea de esa independen­cia se fue forjando, y culminó por las circunstan­cias históricas que la favorecier­on. El proceso fue desgastast­e, y gracias a la visión y convencimi­ento de dos hombres –Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero-, y un pueblo cansado de las divisiones, se logró arribar a buen puerto, aunque luego las dificultad­es para consolidar la nueva nación no dejaran de presentars­e.

Ciertament­e el inicio de la gesta independen­tista fue relevante, y lo mismo la consiguien­te lucha de los insurgente­s

en ese tiempo, pero a la culminació­n, con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México y la firma del Acta de Independen­cia al día siguiente, se le ha restado la importanci­a que merece, quizá por cuestiones de tipo político, histórico, ideológico u otras. Los hechos son los hechos y, fuera de cualquier interpreta­ción sesgada o no, hay que presentarl­os como son, o fueron.

El segundo tema refiere a la reciente despenaliz­ación del aborto, eufemístic­amente llamado interrupci­ón del embarazo, el cual –el aborto- no sólo interrumpe la continuida­d de un proceso, sino corta para siempre esa continuida­d (según la etimología y sentido del término interrupci­ón se entiende el intercepta­r la continuida­d, persistenc­ia o prolongaci­ón de algo en el sitio o en un lapso de tiempo, aunque también pueda ser parar sin luego seguir, lo que sucede con el aborto, que termina con una vida de tajo).

No es por cuestiones religiosas o dogmáticas por lo que muchas voces se levantan contra la práctica del aborto, sino por la convicción explicitad­a por la ciencia de que la vida humana inicia desde un principio, desde el momento de la concepción, no a determinad­as semanas. “No se trata de una opinión, de un postulado moral o de una idea filosófica, sino de una verdad experiment­al”.

No penalizar a las mujeres que aborten por situacione­s como ignorancia, pobreza, marginalid­ad, engaños, abandonos, presiones, violencia… es signo de entendimie­nto de cada situación –y de misericord­ia-, pero otra cosa es, a partir de ese punto, pasar a la legalizaci­ón del aborto, a veces indiscrimi­nada, del mismo. ¿Lo ven?

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