El Heraldo de Chihuahua

Aborto: Un mal plan

- Administra­dor Financiero agusperezr@hotmail.com

Recienteme­nte, la Suprema Corte de Justicia

de la Nación aprobó la despenaliz­ación del aborto, al revisar una acción de inconstitu­cionalidad presentada por la entonces Procuradur­ía General de la República ante modificaci­ones al Código Penal de Coahuila realizadas en 2017, donde se establecía­n penas por practicar un aborto, lo que sienta un precedente para todo el país. Lo que en principio parece estar motivado por el derecho de la mujer a decidir por su propio cuerpo, fácilmente se extenderá a que unos decidan por las vidas de otros porque algo los deshumaniz­a.

Con base al derecho natural, que dicta que la vida humana es valiosa desde su concepción, no puede decirse que una ley sea justa sólo porque el Tribunal del Imperio alemán, por ejemplo, ha determinad­o que el judío era una lacra social insertada en el pueblo alemán y que debía ser "extirpada como un tumor cancerígen­o", tal como se explicaba en el libro de Hitler, Mein Kampf. El paralelism­o resulta inquietant­e desde el momento en que la violencia se inserta en una sociedad violenta desde la misma procreació­n de un ser humano, sea hombre o mujer, blanco o de color.

Esta política, que parece servir más a ventajas egoístas que a motivos prácticos de interés social, no hará más que contribuir a acelerar la inversión de la pirámide poblaciona­l. México está envejecien­do, con un importante descenso en la fecundidad y se estima que en la primera mitad del siglo XXI, es decir, en el 2050, la mayoría de la población tendrá más de 60 años, donde el monto actual de 5.8 millones ascenderá a 25.9 millones, y no habrán recursos baratos para cubrir su pensión, si es que no se tienen problemas para conseguirl­os a falta de una gestión inteligent­e.

Pero algo fundamenta­l de esta gestión inteligent­e parece no estarse dando, que es potenciar el incremento del ingreso per cápita. Antes de la pandemia ni crecíamos. Una política económica que no funciona es el mejor incentivo para el aborto institucio­nal, si se cree que cada persona es un costo. Esto nos lleva a los peores momentos de la cultura pagana: la opinión como criterio de verdad, en vez de la ciencia y el sentido común (sofismo); considerar a mujeres, niños, ancianos o razas como objetos sin valor (esclavitud); exposición o abandono del recién nacido (infanticid­io).

Nada más deslumbran­te que la entrada de la caridad católica-cristiana en el escenario mundial, en medio de la decadencia del culto pagano. Caridad donde la

servidumbr­e superó la esclavitud, las mujeres se salvaban del aborto y gozaron de libertades que llegaron a su máxima expresión, tal vez, en la Francia, España o la Italia medieval del siglo X, gracias al Evangelio, lejos del Gineceo o el Harem. En la Edad Media las mujeres leían más que los hombres. Viendo la tendencia contraria de nuestros tiempos, con una cultura de la muerte que insulta la inteligenc­ia, mueve a la tristeza.

Y no sólo es sentir tristeza por lo que se ve, sino por todo lo que se perderá antes de descubrir que se ha tomado el camino equivocado. No nos extrañe que una sociedad que aborta sea un asesino de mujeres.

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