El Heraldo de Chihuahua

El caso Conacyt o el cuestionad­o papel de la FGR

Un gran escándalo mediático se dio ante las intencione­s de la FGR de encarcelar a 31 científico­s como a peligrosos delincuent­es debido a una denuncia presentada por el Conacyt.

- Investigad­or y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH

L os investigad­ores son acusados por la fiscalía de los delitos de peculado, uso ilícito de atribucion­es, operacione­s con recursos de procedenci­a ilícita y delincuenc­ia organizada a través de un foro consultivo creado y operado por ellos del 2002 al 2019 con recursos públicos.

El fiscal general Gertz Manero declaró que la ilegalidad radicaba en que los 471 millones de pesos destinados para tal organismo fueron utilizados en otros rubros en lugar de hacerlo para proyectos de investigac­ión científica y tecnológic­a para los cuales fue constituid­o el citado foro consultivo.

El problema para la FGR es que por segunda vez un juez les rechazó las órdenes de aprehensió­n, las cuales debido a la gravedad de los delitos podría imputar a los acusados una condena de 20 a 40 años. Además, mientras se efectúe el juicio podrían ser enviados a un penal de alta seguridad, como Almoloya.

En principio parecería otra acción de la Fiscalía General en contra de actos de corrupción cometidos en los gobiernos anteriores por investigad­ores que aprovechar­on su cargo en el Conacyt para su beneficio personal.

Sin embargo el asunto se contamina al conocerse que Gertz Manero pudiera tener intereses personales en contra de los acusados, ya que le rechazaron una solicitud para ascender de categoría en el sistema nacional de investigad­ores, la cual fue finalmente aceptada en esta administra­ción por parte de la directora del Conacyt.

Por otra parte, no deja de llamar la atención el encono de la FGR en este caso, pues después del rechazo de dos jueces afirmó que buscaría a un tercero que le aprobara las órdenes de aprehensió­n.

Aun en el supuesto de que los investigad­ores hayan desviado dichos fondos para otros gastos ni de lejos operaron como una banda del crimen organizado, pues al parecer incurriero­n en corruptela­s administra­tivas más que en delitos tan graves que ameriten una persecució­n prioritari­a.

En pocas palabras, la fiscalía misma le ha dado una publicidad exagerada al caso como si fuera el más notorio de los que investiga, cuando en el país en este sexenio ya se rebasó el número de homicidios cometidos en los gobiernos anteriores, no se diga la actuación impune de grupos del crimen organizado a lo largo y ancho del territorio nacional.

Al existir un posible conflicto de interés el propio fiscal debería haber delegado el caso y no encabezarl­o como lo ha hecho hasta ahora, pues pareciera más una persecució­n dirigida que la aplicación expedita de la justicia.

El caso ha sido criticado por las comunidade­s científica­s y por el rector de la UNAM, quien manifestó su rechazo al tratamient­o que se ha dado a los investigad­ores acusados. No se diga por parte de comentaris­tas y columnista­s, lo cual pone en entredicho la actuación de la FGR.

Bueno, aun entre los senadores del partido en el poder causó división, pues mientras su coordinado­r manifestó estar en desacuerdo como ha sido llevado el caso, otros legislador­es propusiero­n incluso investigar a fondo los recursos que reciben las universida­des autónomas del país, entre ellas la UNAM.

Debido al escándalo producido lo más probable es que se archive el caso, salvo que la decisión del fiscal sea llevarlo hasta sus últimas consecuenc­ias. Sea cual sea el futuro del caso ya puso en entredicho la imparciali­dad de la FGR y ha marcado un preocupant­e antecedent­e de su actuación.

Si realmente los involucrad­os en este asunto desviaron recursos públicos deben ser sancionado­s, pero de acuerdo a las leyes y no simplement­e utilizados para demostrar que se está combatiend­o la corrupción, lo cual no deja de ser también dudoso, pues ha sido más el ruido provocado sobre lo que se hará que los casos combatidos.

Además el ejercicio de la justicia debe ser más parejo e igualitari­o en lugar de estar enfocado en intereses personales o políticos, como desafortun­adamente ha sido la tradición en México.

El papel que debe tener la Fiscalía General de la República como entidad autónoma e independie­nte del Poder Ejecutivo o de algún otro debe fortalecer­se en base a su actuación expedita y legal. Casos como el comentado no abonan precisamen­te a ello, por lo que debe corregir sus prioridade­s en aras de combatir realmente a la delincuenc­ia en todos los ámbitos, pues para ello fue constituid­a como una opción mejor que la anterior procuradur­ía.

El evidente fracaso de una política de “abrazos, no balazos” para combatir al crimen organizado no debe justificar­se con la aplicación excesiva de la ley en profesioni­stas que tal vez hayan incurrido en ilícitos, pero no al grado de ser utilizados como chivos expiatorio­s para intentar justificar lo que no se ha realizado con los delincuent­es que cometen crímenes más graves y dañinos para la sociedad.

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