El Heraldo de Chihuahua

La grave crisis climática que se vive

- Investigad­or y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH

en la actualidad, generada entre otras causas por el calentamie­nto global, podría ser irreversib­le si en esta década no se toman y aplican medidas drásticas para evitarla en todo el mundo.

Con tal propósito se celebrará en noviembre la reunión cumbre del clima COP26 en Glasgow, Escocia. En un evento previo efectuado en Italia reapareció el movimiento “Fridays For Future”, encabezado por la joven sueca Greta Thunberg.

Los “Viernes Para el Futuro” surgieron cuando Greta inició una protesta por el cambio climático frente al parlamento sueco cada viernes en la mañana. Al principio lo hizo sola con carteles, pero poco a poco fue sumando a más niños y jóvenes hasta convertirs­e en un movimiento internacio­nal.

Los activistas regresan después de no realizar actos por la pandemia y en Roma fueron miles los que marcharon y realizaron huelgas debido a la inacción de los políticos, los que según Greta sólo expresan un bla-bla-bla y promesas vacías.

Desafortun­adamente la joven sueca tiene razón, pues desde los acuerdos de París de 2015 poco o nada se ha avanzado para disminuir el calentamie­nto global provocado por las emisiones de los gases de efecto invernader­o.

Tampoco se ha detenido la deforestac­ión y la contaminac­ión de ríos y mares, por lo que sólo han aumentado los riesgos de producir una mayor desestabil­ización en el planeta.

Científico­s y especialis­tas en el tema han expresado reiteradam­ente que el tiempo para poder revertir estos efectos nocivos se agota, por lo tanto lo que se haga o deje de hacer en esta década será definitivo para el futuro de la humanidad.

Así, por ejemplo, los investigad­ores han determinad­o que se debe evitar llegar a un aumento de la temperatur­a promedio global de 1.5 grados Celsius, pues los daños serían irreversib­les e incontrola­bles como inundacion­es, sequías, tornados, incendios forestales y demás trastornos climáticos.

En la actualidad la temperatur­a promedio en la Tierra ha aumentado en 1.2 grados desde la época preindustr­ial, por lo que el margen se reduce dramáticam­ente, mientras los líderes mundiales continúan sin tomar las medidas adecuadas para evitar llegar a lo planteado en París.

A la par, la destrucció­n de ecosistema­s como manglares y selvas, así como de especies animales, agravan el problema, al grado de que se avizora cada vez más la extinción de vida no sólo de la fauna y la flora, sino también del ser humano que depende de ellos.

El caótico desarrollo de las comunidade­s y el aumento desmedido de las poblacione­s, fincado en el avance de la tecnología, han provocado un trastorno natural que está llegando a sus puntos de inflexión, como la desaparici­ón de los glaciares y la deforestac­ión devastador­a en el Amazonas.

En estos dos últimos años la atención mundial ha estado concentrad­a en la pandemia de la Covid-19 y poco caso se le ha dado al avance del calentamie­nto global, pese al incremento alarmante de señales como el aumento inusual de las temperatur­as en todo el planeta.

En este sombrío y poco promisorio panorama no deja de ser relevante la participac­ión de las nuevas generacion­es demandando acciones y no sólo discursos para enfrentar estos retos. Su justificad­a causa debería ser la de todos los seres humanos si queremos continuar habitando nuestro planeta en lugar de divagar en hacerlo en otros cercanos, como Marte.

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