Corrupción y sociedad
El fenómeno de la corrupción está fuertemente influenciado por el entorno político y económico.
Cuanto más regulada y limitada la actividad económica del país, mayor es la autoridad y el poder de los funcionarios en la toma de decisiones y mayor la posibilidad de corrupción, ya que los individuos están dispuestos a pagar u ofrecer pago para evitar restricciones. Hay un gran potencial de corrupción especialmente allí donde los funcionarios están sujetos a la regulación y se les da la oportunidad de decidir sobre la base de su discreción y la población está dispuesta a pagar una “mordida” o soborno con tal de violar la ley o simplificar trámites.
El nivel de corrupción también se ve afectado por la política monetaria. En la investigación citada se encontró un fuerte vínculo entre la política monetaria y la actividad corrupta en los países. Los países que tienen un sector financiero bien regulado, sin mucha economía informal o mercado negro, también son menos corruptos que aquellos en los que ocurre lo contrario.
El nivel de eficiencia de la administración pública determina hasta qué punto la corrupción puede encontrar suelo fértil y brotar. Dicha eficiencia está determinada por la calidad de las regulaciones y los permisos, ya que las regulaciones ineficaces y poco claras ayudan a aumentar el nivel de corrupción en al menos dos formas diferentes:
El monopolio de poder, creado artificialmente al entrometerse el Ejecutivo en los otros poderes (Legislativo y Judicial), que permite a los funcionarios públicos obtener sobornos, se basa en su posición superior y está integrado en el sistema, extendiéndose a los partidos políticos que detentan este poder.
Por otro lado, sin embargo, las regulaciones ineficaces y poco claras causan inhibición y, por lo tanto, alientan a las personas físicas o morales a pagar sobornos para acelerar el trámite burocrático.
Miles de millones de personas viven en sociedades altamente corruptas dado que 2/3 de los países que mide Transparencia Internacional (transparency.org), está por debajo de 50 puntos de 100, México alcanzó 31 puntos de 100 y quedó en el lugar 124 de los 180. En nuestro país según el mismo organismo el 44% de la gente piensa que la corrupción se ha incrementado notablemente en los últimos 12 meses y el 34% de los usuarios de un servicio público reconoce que pagó algún tipo de soborno en el mismo periodo.
La corrupción es compleja y resistente, existen límites para lo que las acciones anticorrupción pueden lograr por sí solas. Incluso las mejoras graduales son difíciles de mantener. Nunca hay una simple respuesta de "sí" o "no" a si los esfuerzos anticorrupción funcionan. Los posibles factores de éxito incluyen la colaboración y la coordinación, la creación de confianza y la captación de oportunidades a medida que surgen. Puede resultar rentable construir y aprovechar la voluntad política y el apoyo de los ciudadanos para la buena gobernanza, y trabajar para cambiar las expectativas y remodelar el ámbito de las políticas públicas, pero para ello se necesita mucha voluntad de quien ejerce el gobierno, como en el deporte, si no hay dolor, no hay ganancia, eliminar la corrupción no se hace por decreto, mucho menos cuando el primer círculo de gobierno está lleno de personas con muchos señalamientos de falta de honestidad y probidad.
La corrupción tiene lugar tanto en el ámbito público como en el privado, y en áreas donde ambos se cruzan. Sin embargo, la mayor parte de la literatura sobre corrupción se centra en el sector público. Muchas definiciones de corrupción se refieren exclusivamente a los funcionarios públicos, algunos investigadores argumentan que "la corrupción siempre involucra a un funcionario público" y que la corrupción corporativa que no involucra a funcionarios públicos es mejor etiquetada como malversación corporativa. Este punto de vista contrasta radicalmente con la forma en que se definía anteriormente la corrupción. En la década de 1970, la atención se centró principalmente en el abuso de poder por parte de las empresas. Hoy en día existe una mayor conciencia de que, si bien la distinción entre lo público y lo privado es un ideal teórico, las dos esferas están borrosas y se superponen en la realidad. Algunos investigadores creen que la superposición y las interconexiones entre lo público y lo privado pueden generar nuevas oportunidades y modalidades de corrupción. Lo que nos queda claro a los mexicanos es que nuestra sociedad y nuestra economía ya no soporta más actos corruptos, la situación llegó a su punto más álgido y más grave, o cambiamos o nos hundimos todos.
Para acabar con la corrupción en nuestro país hacen falta más que sólo slogans, simulaciones y sobre todo acciones que sólo son ambiciones políticas.