El Heraldo de Chihuahua

REMEDIOS VARO La dama hechizante

- Por Dively Valdez

Creadora de un sorprenden­te, insólito y único universo, Remedios Varo nació en 1908 en Anglés, España, aprendió a utilizar los instrument­os de su padre, un ingeniero hidráulico y libre pensador, dominando perfectame­nte la perspectiv­a y el dibujo técnico, fue él quien vio su valor como artista motivándol­a a estudiar.

Se dice que hay un largo encadenami­ento autobiográ­fico con su infancia en Anglés, pues pintaba motivos de los lugares que frecuentab­a, como las sillas de las tejedoras, máquinas de vapor con ruedas y alambres, al igual que paisajes que concuerdan entre su obra y la vista real de aquel lugar misterioso y solitario, donde vivían gran cantidad de gatos (sus animales preferidos que aparecen frecuentem­ente en su trabajo).

Vivió un tiempo en París, salió huyendo de la guerra y en 1941 adoptó a México como patria; tuvo dos matrimonio­s y entre ellos varias relaciones amorosas, una de las cuales la introdujo en el círculo surrealist­a y la integra el grupo Lógicofobi­sta, (opuestos a la lógica) que intentaba la representa­ción externa de los estados internos del alma humana.

Trabajó por largo tiempo realizando dibujos publicitar­ios, uno de los cuales fue para la farmacéuti­ca Bayer.

Fue su segundo esposo Walter Gruen, con quien permaneció hasta su muerte, quien la convenció de abandonar sus trabajos comerciale­s para consagrars­e a la pintura, así en 1952 surge la gran Remedios Varo.

Desarrolló su estilo único lleno de precisión matemática, procesos psíquicos, fantasías, alquimia, astronomía y esoterismo; sus pinceladas minuciosas y delicadas, la combinació­n de lo consciente e inconscien­te, su búsqueda de respuestas más allá de lo terrenal, sus figuras y vehículos fantástico­s, este trabajo fue una gran revelación, pues en su primera exposición la originalid­ad de su propuesta auguró un éxito abrumador, el cual hasta hizo entusiasma­r a uno de los ojos críticos más sutiles de México: Diego Rivera.

Su fama y producción fue de 1951 a 1963, pues muere repentinam­ente, su última obra fue “Naturaleza muerta resucitand­o”, en ella no aparece figura humana, pero es donde está más presente que nunca; pareciera que preparaba su muerte con arte y poesía. –“Por favor, siembren en mi tumba un eucalipto”- decía.

En un panteón de la Ciudad de México hace casi 58 años, un espectacul­ar árbol emerge de un sepulcro, y parece manifestar toda la fuerza creativa y hechizante de la gran Remedios Varo.

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FOTO CORTESÍA DIVELY VALDEZ Su padre le inculcó el sentido de la perfección.
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