El Heraldo de Chihuahua

Se hace sentir

ENTRE PORRAS Y FANFARRIAS, EL TRICOLOR RECIBIÓ LA ALEGRÍA DE SU AFICIÓN, PESE AL DESPRECIO DE LOS SALVADOREÑ­OS

- POR MIGUEL áNGEL MÚJICA / ENVIADO

San Salvador.- La tarde en la capital salvadoreñ­a cayó en medio del arribo del Tricolor previo a su sexta prueba rumbo a Qatar. México detuvo el tránsito, la tarde del martes fue disinta en El Salvador. En medio de patrullas y con múltiples muestras de desprecio, el equipo dirigido por Gerardo Martino llegó a terriorio centroamer­icano.

En el hotel de concentrac­ión, los pocos aficionado­s mexicanos comenzaron a cantar desde muy temprano. “¡México, México!” fue a voz que se unió al unísono de las 15 gargantas que llegaron a aplaudir a sus ídolos.

La organizaci­ón los colocó a un costado del camión, pero eso no les impidió ver, unos minutos más tarde, a sus ídolos.

El camión se acercó a la puerta de entrada y el Cielito Lindo se apoderó del centro de la capital cuscatleca.

“¡ay, ay, ay, ay, canta y no llores!” emocionó a los presentes y uno que otro salvadoreñ­o que quiso ver a los mexicanos de cerca.

El camión no se detuvo en la puerta del obby como se esperaba, fue directo a la parte rasera del hotel. La gente corrió hacia donde ya bajaban sus admirados.

Gerardo Martino encabezó la delegación. El Tata, muy serio, bajó sin hacer caso a los eguidores, la concentrac­ión se apoderó del argentino y con paso acelerado, entró al inmueble con la mente en saber qué poner de cara al encuentro de hoy.

A él le siguieron los líderes del Tricolor, Ochoa, Guardado, Moreno y Herrera descendier­on con paso veloz, un saludito de Memo a lo lejos fue lo único que los seguidores pudieron observar del ídolo americanis­ta. Andrés y los Héctor pasaron de largo con audífonos que les impidieron escuchar el murmullo de la gente.

Raúl Jiménez fue el siguiente en causar fervor. El delantero del Wolverhamp­ton se sacudió la cabeza y sonrió mientras la pelea por una foto con él comenzó. El Lobo de Tepeji levantó el pulgar y volvió a la línea.

El más popular al momento fue Hirving Lozano. El Chucky escuchó el clásico cántico que adoptó desde el Mundial Rusia y acompañado del coro pegajoso continuó con el desfile de selecciona­dos.

Johan Váquez, Charly Rodríguez y Rogelio

Funes Mori también causaron aplausos, aunque ninguno como los del volante del Napoli de Italia.

El último conjunto de jugadores lo integraron Edson Álvarez, Chaka Rodríguez y Alfredo Talavera. Los presentes reconocier­on al jugador del Ajax y al de Tigres sin éxito de un posible autógrafo. El arquero de los Pumas sólo saludo ante los que esperaron varios minutos por ellos.

La delegación mexicana lució mermada. Jorge Sánchez y César Montes se quedaron en México y reportarán de inmediato con sus respectivo­s equipos y seran ayusencias imporantes paa el equipo mexicano.

El reconocimi­ento de cancha y una cena muy representa­tiva de El Salvador cerraron la concentrac­ión mexicana que buscará mantener la cima del octagonal final de la Concacaf en uno de los estadios más hostiles de la zona de Centroamér­ica.

La victoria es obligada para el conjunto mexicano que no se intimida ante el anfitrión pese a la hostilidad con la que siempre ha sido recibido en sus visitas.

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Aunque fueron muy pocos, pero los seguidores del equipo mexicano esperaron pacientes la llegada del Tricolor.
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Es evidente el aprecio con el que los aficionado­s expresan su admiración por el volante del Napoli.
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Raúl Jiménez fue uno de los que más ovaciones recibieron a su arribo al hotel.

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