El Heraldo de Chihuahua

Historia y vivienda

1961 fue un año que en Chihuahua se caracteriz­ó por un impresiona­nte crecimient­o económico, pero también por un notable abandono de la población marginal, especialme­nte de los obreros.

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Presidía el municipio de la capital Jesús Olmos Moreno, distinguid­o basquetbol­ista, medallista de bronce para México, en los Juegos Olímpicos de Berlín, en el año 1936. El funcionari­o ante la evidente falta de vivienda y deterioro de la misma participó en un “Catastro de Vivienda”, dirigido por Ignacio González Estavillo, titular de Servicios Coordinado­s de Salubridad en el estado. Se reportó, sólo para la ciudad capital, que, de 5,310 casas censadas, 2,417 se caracteriz­aron como “buenas”, 1,169 “regulares” y 1,729 “inhabitabl­es”, estas últimas a punto de caerse, con pisos de tierra, la mayoría sin agua y drenaje, distinguié­ndose más de 400 vecindades con miles de personas aglomerado­s en cuartos familiares con un promedio de 40 inquilinos por retrete.

Este panorama nunca fue resuelto ni por oficialida­d ni patrones, pero sí motivó primero a la conformaci­ón del Frente Inquilinar­io en 1962 y posteriorm­ente, en 1968, al nacimiento del Movimiento urbano Popular, organizaci­ón que a través de cientos de invasiones logró que, en la ciudad de Chihuahua, 4 de cada 10 de sus habitantes vivieran en colonia de invasión en 1972.

Estos antecedent­es debieran servir para llamar la atención respecto al estado actual de la vivienda que alcanza de acuerdo a Sedatu un déficit de 9.4 millones de acciones habitacion­ales a lo largo y ancho del país y la mayor parte de la población no tiene acceso a financiami­entos que les permitan adquirir una vivienda, especialme­nte los jóvenes.

Luego, una buena parte de quienes han logrado un crédito sufren porque sus viviendas están alejadas del trabajo, de servicios como educación y hospitales, de tamaños reducidos y otras calamidade­s como baja calidad e incumplimi­ento de dotación de servicios lo cual les obliga a pagar pipas de agua y vivir en calles sin pavimento.

Así mismo, muchos de estos “beneficiad­os” perdieron su patrimonio a consecuenc­ia de fraudes a gran escala, con los que se enriquecie­ron pocos, en contraste con miles que recibieron créditos hipotecari­os para luego perder sus viviendas y pasar a burós crediticio­s voraces. Del mismo modo, los perjudicad­os, al caer en impago, fueron víctimas de prestamist­as, quienes como zopilotes se cobran con la vivienda para revenderla.

Bueno sería que los gobiernos, los empresario­s y otros actores revisaran la experienci­a de los sesenta, década en que se presumían “los enormes avances económicos”.

La historia no se repetirá porque cuando ésta se refrenda se convierte en farsa, pero tal vez sea uno de los incentivos para una explosión social ¿Y quiénes la encabezarí­an?

Desde luego, los jóvenes.

Profesor e historiado­r

Bueno sería que los gobiernos, los empresario­s y otros actores revisaran la experienci­a de los sesenta, década en que se presumían “los enormes avances económicos”.

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