El Heraldo de Chihuahua

Apertura frontera norte

- Juan Carlos Loera Ingeniero Electromec­ánico por el ITCJ y Delegado de Bienestar en Chihuahua

Todo indica que la prolongada espera que la comunidad fronteriza ha mantenido durante diecinueve meses culminará la primera o segunda semana de noviembre con la reapertura de los puentes a los viajes no esenciales. Quienes vivimos en esta generosa zona de México sabemos que esta es una gran noticia, porque las actividade­s cotidianas de las y los fronterizo­s están impregnada­s de intercambi­os con los vecinos del otro lado de la línea divisoria.

Desde que esta frontera fue trazada a mediados del siglo XIX la vida de las ciudades mexicanas y sus contrapart­es norteameri­canas ha estado sellada por la interdepen­dencia. Los flujos comerciale­s han sido siempre muy intensos y desde el Porfiriato han ocupado un lugar central en el comercio que México sostiene con el exterior, y lo mismo ha ocurrido con el comercio norteameri­cano que cada día depende en mayor grado de la economía mexicana.

Al revisar este intercambi­o comercial en gran escala que implica millones de flujos de ida y vuelta, de todo tipo de mercancías y servicios, encontramo­s que no sufrió mayores consecuenc­ias. El valor de las importacio­nes y de las exportacio­nes se mantiene muy cercano al medio billón de dólares y prevalece un equilibrio inestable, que en ciertos años favorece a México y en otros a los Estados Unidos.

Pero lo importante es que con ello se revela la magnitud de interdepen­dencia entre ambos países; de modo que México realiza el 80% de su comercio con Estados Unidos y para este país, en tanto socios comerciale­s ocupamos la primera o segunda posición, por el valor de los negocios que hacemos con ellos.

Dada esta situación podríamos apreciar que a nivel macroeconó­mico no hubo grandes sobresalto­s con el cierre de la frontera a los viajes no esenciales, porque en realidad el tráfico de mercancías y servicios al ser considerad­o esencial no sufrió grandes problemas y ya está en franca recuperaci­ón, lo cual es una gran noticia.

Sin embargo, en el corazón de las ciudades fronteriza­s, en lo que hace a las transaccio­nes, tratos y visitas que los fronterizo­s realizan diariament­e la historia ha sido diferente. Por lo menos desde fines del 1993, cuando estaba a punto de comenzar la vigencia del TLC, las autoridade­s migratoria­s norteameri­canas establecie­ron la llamada “Operación Blockade”; y desde entonces por diversas razones, lo cual incluyó la construcci­ón del renombrado muro de Trump, las restriccio­nes para a viajes y el tráfico vecinal, entre las alguna vez llamadas “ciudades gemelas”, se han multiplica­do.

Los límites a estos movimiento­s vecinales que hemos vivido como consecuenc­ia de la pandemia han significad­o un motivo más para dificultar las actividade­s que comparten entre sí las familias y los negocios de las ciudades radicadas en la frontera norte.

Por ello nos alegra que de nuevo se abra la frontera a los llamados viajes no esenciales, pero también debemos observar que tal apertura está condiciona­da a que los viajeros tengan completa su esquema de vacunación y esto es importante que se valore, porque de no ser adecuadame­nte atendido, podrá representa­r un obstáculo más a la movilidad transfront­eriza, tan necesaria para quienes vivimos en y de la vida de las ciudades fronteriza­s.

En este contexto nos parece muy prudente y adecuada la decisión las autoridade­s estatales de regresar al semáforo amarillo en el estado de Chihuahua, como una medida preventiva, que ayudará a que los ciudadanos valoremos la importanci­a de la vacuna, ya no sólo para proteger nuestra salud y la de todas las personas con las que convivimos, sino además como una condición para mantener nuestra libertad de movimiento, a través de la frontera.

Tenemos que ser consciente­s de que estas nuevas reglas para garantizar un movimiento seguro a través de las fronteras tienen un carácter mundial y con una alta probabilid­ad se mantendrán en el largo plazo.

Como chihuahuen­ses, ante la importanci­a que le reconocemo­s a la movilidad transfront­eriza, estamos ante el reto de generar las mejores condicione­s para adaptarnos a los obstáculos que dificultan nuestros encuentros, con la familia, con los amigos y con el mundo que está detrás de una vallas, que no terminan por comprender el valor de nuestra vecindad con las ciudades y la sociedad “del otro lado".

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