El Heraldo de Chihuahua

“Nos salimos del guión, no podíamos cerrar”

- LUIS CARRILES La Prensa

La refinería que producirá biodiesel, ubicada en la parte poniente de la Ceda, es el primer proyecto de su tipo en el país “Ahora estamos en conversaci­ones con RTP para venderles este aditivo de biodiesel”

La Central de Abasto de la Ciudad de México no ha cerrado nunca, son 39 años de operación continua que se cumplen este 24 de noviembre, y ni siquiera en medio de la pandemia frenaron sus operacione­s diarias: nueve mil millones de pesos se mueven todos los días en el segundo mercado de fresco más grande del mundo a donde asisten, todos los días, sin falta, 500 mil personas que se mueven en la capital del país y en los estados circunveci­nos.

Marcela Villegas Silva, coordinado­ra general de la Ceda, economista doctorada de la UNAM con posgrados en el CIDE y la UAM, puso en marcha en este monstruo de 327 hectáreas un programa de economía circular que reduce el desperdici­o y maximiza los ingresos propios y de los usuarios, pero además logró un apoyo inédito de parte del Gobierno capitalino que le invirtió como nunca a las instalacio­nes, hasta ahora llevan mil 300 millones de pesos en infraestru­ctura vial y seguridad dentro de sus instalacio­nes en donde ya tienen un C2 con más de 600 cámaras conectadas a la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

En los últimos dos años el reto más importante, señala, fue enfrentar el brote de la pandemia y contenerlo en menos de un mes con medidas extremas fuera de los protocolos del Gobierno federal, como pruebas masivas diarias, los primeros kioscos médicos, pase directo a hospitales, triajes especializ­ados fundamenta­les para el control de los enfermos, uso del cubrebocas obligatori­o en todas las instalacio­nes, control de usuarios, alargamien­to de operacione­s, limpieza de los espacios y vigilancia epidemioló­gica.

“Nos salimos un poco del guion, pero nosotros no podíamos parar las operacione­s, no podíamos cerrar nunca”, admite. La Ceda tuvo cerca de 90 mil contagiado­s desde que se declaró la emergencia, hoy tienen a la mayoría de sus trabajador­es y usuarios.

“A nosotros no nos pasó lo que al mercado de La Viga, en donde el brote fue muchos más grande y agresivo en Semana Santa” cuenta. Las medidas de sanidad tomadas aquí fueron mucho más consistent­es y la gente estuvo más consciente de la necesidad de cuidarse.

“Todos los días llevábamos gente a las pruebas, todos los días tomábamos muestras en los kioskos que fueron los primeros en usarse aquí”, la idea fue blindar la Ceda contra la Covid-19 y eso significó hacer cosas diferentes a las que se hacían en otros lugares.

En entrevista con La Prensa, Villegas Silva explica que muchos de los planes de mejora de la Ceda no se detuvieron: se mantuvo el programa Itacate para alimentar a los sectores más desprotegi­dos de la población en la CdMx con cerca de ocho toneladas de alimentos que se rescatan diariament­e. El último corte indica que se han repartido 432 toneladas desde el 26 de febrero de 2020.

Además, se implementó el programa de seguridad en contra de actividade­s ilegales como robo a transeúnte, a negocios, secuestros y hasta contra la trata de personas. La construcci­ón del C2 permite mantener una vigilancia 24 por siete y ahora se tiene una fuerza de reacción rápida con cerca de 200 elementos que atienden la seguridad al interior de las instalacio­nes.

Se tiene en marcha un proyecto con la CFE, que es convertir 50 por ciento los techos en una fuente de energía solar para atender las necesidade­s de las instalacio­nes y vender una parte que sobre a la ciudad; por el tamaño de energía que les va a quedar lo que se va a apostar es a entregarla al sistema de transporte eléctrico, específica­mente para los trolebuses.

Otro proyecto que no se detuvo es el del biodigesto­r que servirá para crear composta orgánica que pueda ser comerciali­zada a un alto valor, así como uno muy completo de refinación de aceite vegetal usado en las cocinas de las alcaldías Coyoacán, Iztapalapa, Miguel Hidalgo e Iztacalco más los negocios que están dentro de sus instalacio­nes con el fin de producir biodiesel.

Este programa ya está en marcha, comenta. Se vende como aditivo para mejorar el rendimient­o de la Línea 2 del Metrobús, que va de Tacubaya a Tepalcates -en las cercanías de Cabeza de Juárez en Iztapalapa­y se mezcla un 10 por ciento del biodiesel de la Ceda con 90 por ciento del combustibl­e normal, lo que reduce en 15 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernader­o y mejora 30 por ciento el rendimient­o de los autobuses.

“Ahora estamos en conversaci­ones con RTP para venderles a ellos este mismo aditivo de biodiesel”, revela.

La pequeña refinería, ubicada en la parte poniente de la Ceda, es el primer proyecto de su tipo en el país. Hay varios programado­s en otros estados, pero este es el primero que se concreta como parte de un programa de reciclaje.

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ROBERTO HERNÁNDEZ A diario llegan 500 mil personas a trabajar y a comprar en la Central de Abasto

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