La picaresca mexicana, definida por acciones,
refranes, dichos y hechos, permite ubicar, en el tiempo y espacio, a los actores políticos. Sus manifestaciones públicas, en un ejercicio de libertad de expresión política, en sintonía con las ideas de campaña, hacen posible ubicar en dos dichos las acciones que actualmente se promueven desde la esfera pública nacional.
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El pez por su boca muere”, sería la primera expresión que utilizaría en relación con la propuesta del Presidente de crear una empresa militar para que administre los proyectos de infraestructura estratégicos del país; idea que es continuación de la creación de una guardia nacional de corte militar, de la militarización de los puertos, fronteras y de la obra pública con la construcción del aeropuerto de Santa Lucía.
El pez por su boca muere, ya que el Presidente en campaña manifestó reiteradamente que el Ejército debía estar en los cuarteles, atendiendo a la responsabilidad constitucional de preservar la soberanía del país; ahora resulta que todo fue una idea que se quedó en la retórica política y no llegó a la materialización de la agenda de la administración pública.
Respeto mucho a nuestras fuerzas armadas, pero no es posible que el Gobierno de la República esté haciendo un uso abusivo de una institución que por años ha contado con el respeto y reconocimiento de los mexicanos; es preciso poner un alto a esta decisión presidencial, porque se está al borde de ceder los espacios que los civiles han venido desempeñando y se corre el riesgo de entregar por completo el ejercicio del poder público a los militares y en un estado democrático resultaría muy penoso ubicarnos como otras naciones en donde no se estableció de manera correcta la responsabilidad que nuestro ejército tiene para garantizar la seguridad nacional.
En lo que va de esta administración las fuerzas armadas han asumido la encomienda de la función de aduanas, el combate al huachicol, participación en las brigadas anticovid, construcción del Aeropuerto
Santa Lucía, el combate al narcotráfico, el Plan D-N-3, entre otras. La oferta de campaña quedó en una herramienta discursiva, hoy vivimos un momento donde la mentira reiterada desde Palacio Nacional se está convirtiendo en la verdad gubernamental.
La Cuarta Transformación puede resultar el pasar de un gobierno civil a un gobierno militar, lo cual sería una regresión histórica; es necesario que los ciudadanos observemos con atención este tema; reitero el respeto y reconocimiento que le tengo a las fuerzas armadas, pero ya se habían dado pasos muy importantes en la decisión de las tareas que los civiles y militares realizarían en el ejercicio del poder público; lo que hoy sucede es un entreguismo o, lo más grave, el abandono total de la responsabilidad pública, la carencia de talento, inteligencia y capacidad de acción que se tiene por parte de quienes encabezan el gobierno para dar los resultados que esperamos los mexicanos de nuestros gobiernos.
Estoy consciente de que debatir sobre la participación de las fuerzas armadas en la vida democrática del país resulta un mito; sin embargo, es preciso que se legisle de manera pronta, oportuna y decidida sobre el tema; es necesario que la certidumbre impere, que las fuerzas armadas tengan su ámbito espacial de acción definido jurídicamente muy claro y los ciudadanos conozcan los alcances de las acciones que llevan a cabo. Hacer lo contrario es seguir utilizando a conveniencia una institución que es reconocida por todos.