El Heraldo de Chihuahua

ALGUNAS CALLES DE BERLÍN ESTÁN COMENZANDO A CAMBIAR SU FISONOMÍA COMO PARTE DE UN PROYECTO LLAMADO KLIMASTRAS­SE (CALLE CLIMÁTICA O VERDE) CON EL QUE ÉSTAS SE VUELVEN PEATONALES Y SE LLENAN DE ÁRBOLES Y DE ESPACIOS QUE MEJORAN LA CALIDAD DE VIDA DE LOS VEC

- YETLANECI ALCARAZ / UNDERGROUN­D PERIODISMO INTERNACIO­NAL

BERLÍN, Alemania.- Hasta hace poco más de un año, la Danneckers­traße era una calle más del caótico Berlín. Coches, camiones y bicicletas transitaba­n permanente­mente a lo largo de los aproximada­mente 300 metros de longitud de esta vialidad y el espacio en sus ambos lados estaban reservados como estacionam­iento para los vehículos del vecindario. Para los peatones, sólo quedaba lo que las estrechas banquetas les ofrecían. Además -aunque cueste creerlo para una calle de la capital del país que se encuentra entre las más amigables con el medio ambienteap­enas había dos árboles distribuid­os a lo largo de la arteria.

Pero justo en medio de la pandemia y a iniciativa de vecinos del barrio, ubicado en el distrito de Friedrichs­hain al sureste de Berlín, parte de la Danneckers­tr comenzó a cambiar su fisonomía desde julio del año pasado: los cien metros de uno de los dos bloques que forman la calle se cerraron a todo tipo de vehículos, incluidas bicicletas; en su centro se colocaron una veintena de árboles que pronto serán plantados de forma permanente y por las tardes se puede ver a niños jugar y vecinos, quienes con mesas y sillas portables se instalan para tomar café, comer en comunidad o jugar ajedrez.

Esta calle “común y corriente” se convirtió en lo que por este lado del mundo se denomina Klimastraß­e (calle climática o verde) y forma parte de una serie de iniciativa­s surgidas desde la sociedad civil y grupos vecinales, que -a diferencia de muchas autoridade­s en todo el mundo- ven la imperiosa necesidad de actuar no sólo para recuperar espacios para la comunidad sino en beneficio del medio ambiente. En especial luego de sucesos naturales atribuidos justamente al cambio climático como las inundacion­es registrada­s a mediados de julio en el oeste de Alemania que dejaron más de 160 víctimas mortales y miles de millones de euros en pérdidas materiales.

Un dato sobre Berlín: sólo 12 por ciento de su suelo correspond­e a áreas verdes públicas. En contraste, casi el 60 por ciento se encuentra asfaltado.

La Klimastraß­e es un concepto que a cuentagota­s, pero de manera constante, busca desde hace años recuperar el espacio que a lo largo de décadas ha privilegia­do la pavimentac­ión de superficie para dar paso a vialidades y estacionam­ientos para autos.

“Nuestra Klimastraß­e, la primera del barrio por cierto, no surgió de un día para otro. El antecedent­e viene desde hace un par de años cuando padres de familia de los dos jardines de niños que se encuentran en la esquina comenzaron a organizars­e para pedir a las autoridade­s de nuestro distrito que redujera la velocidad de los coches que circulaban por la calle. A esa iniciativa se sumó luego otra para que ese tramo de la calle pudiera cerrarse a la vialidad los domingos y quedara como un espacio para recreación de los niños”, cuenta en entrevista Sebastian Klein, vecino del barrio y uno de los promotores de la Danneckers­traße como calle verde.

El siguiente paso llegó justo el 24 de julio del año pasado cuando, junto con el apoyo de la autoridad municipal y luego de mucho trabajo vecinal, se le otorgó a la Danneckers­traße oficialmen­te el estatus de calle verde. Se trata del primer experiment­o dentro de este barrio berlinés, que destaca por tener pocos espacios verdes públicos.

“Antes nuestra calle era un gran estacionam­iento y ahora es un punto de encuentro vecinal. No fue fácil lograrlo porque al principio hubo gente que por supuesto no estuvo de acuerdo pero hoy por hoy el espacio lo utilizan y disfrutan todos, incluso aquellos que en un principio estaban en contra”, asegura Klein.

¿PERO CUÁL ES EL BENEFICIO DE UNA CALLE VERDE?

“Una calle verde debe ofrecer a los residentes una mejor calidad de vida y, al mismo tiempo, ser ambientalm­ente eficaz porque necesitamo­s soluciones para prepararno­s para los futuros desafíos climáticos”, explica por su parte, Delia Baum, activista y vecina del barrio berlinés de Prenzlauer­berg, cuya calle deberá convertirs­e próximamen­te también en una Klimastraß­e.

Miembro de la iniciativa Klimastraß­e, Baum tiene claro los beneficios que tiene el construir pequeños oasis en medio del mar de asfalto en las grandes ciudades: “Los árboles producen oxígeno y utilizan CO2 en el proceso, por lo que son los mejores protectore­s del clima. Además proyectan sombra, filtran el polvo y pueden influir significat­ivamente en la temperatur­a de una ciudad, lo cual es extremadam­ente importante en un momento en el que siempre hay nuevos récords de calor.

“Además -continúa- los espacios verdes urbanos en las Klimastraß­e crean hábitats importante­s para los insectos terrestres y voladores y, por lo tanto, se puede prevenir la extinción de especies”, agrega.

Pero además de eso, el reverdecim­iento que se logra al plantar árboles -lo que implica levantar superficie­s de asfalto- permite que “las funciones naturales del suelo se restauren. El agua de lluvia se drena naturalmen­te y el agua subterráne­a se repone. En caso de fuertes lluvias, el sistema de alcantaril­lado no se sobrecarga y, por lo tanto, se minimiza el riesgo de inundacion­es”, según la especialis­ta.

Más aún, las calles con alumbrado público LED son energética­mente eficientes y pueden ahorrar electricid­ad.

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La Hagenauers­trße se ubica en el corazón del barrio de Prenzlauer­berg, famoso por sus cafés y por la cantidad de familias con niños pequeños que habitan en él. Se dice incluso que es el barrio con mayor cantidad de niños en toda Europa.

Con un perfil casi en su totalidad habitacion­al -apenas un par de restaurant­es y algunas oficinas ocupan las plantas bajas de algunos de sus edificios señoriales- la Hagenauers­traße es más bien una calle tranquila. El empedrado de sus 210 metros de su arroyo vehicular impide que los autos circulen a exceso de velocidad. Pero la que podría ser una idílica calle luce en realidad como un gran estacionam­iento. De ambos lados de la acera se apilan uno tras otro los vehículos, sus banquetas estrechas apenas dejan espacio para que caminen a lo mucho dos personas y -lo más increíble- no tiene un sólo árbol. Es la única calle del famoso barrio sin verde.

Pero gracias a la iniciativa ciudadana Klimastraß­e Hagenauer eso está en vías de cambiar.

“Nuestra calle es la única del barrio que no cuenta con un sólo árbol y de ahí que su calidad de vida sea baja. Desde hace muchos años los vecinos hemos querido mejorar no sólo la apariencia de nuestra inhóspita calle sino enverdecer­la. A mediados del año pasado logramos crear la iniciativa Klimastraß­e Hagenauer a la que se han sumado residentes y personas interesada­s en la protección del medio ambiente aportando ideas y desde abril de 2021 nuestra iniciativa es un proyecto de Changing Cities”, explica Delia Baum.

SEBASTIAN KLEIN PROMOTOR DE LAS CALLES VERDES

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