El Heraldo de Chihuahua

¿Ratificaci­ón o revocación?

- Catalina Noriega catalinanq@hotmail.com @catalinanq

Él quiere ratificaci­ón. La ley señala que es revocación, pero sabemos que el tabasqueño se pone la norma como montera. Es su estrategia más redonda, para amacizar la prolongaci­ón del mandato de la en Palacio, al terminar su sexenio.

4T

Se niega a aceptar que pudiera haber alternanci­a y el martillo con el que destruye institucio­nes se vaya al baúl de los olvidos. Cualquier organismo autónomo es condenable. Manda a la hoguera el mínimo destello de libertad de pensamient­o -ataque contra el CIDE y la libertad de cátedra-. Sólo su estrechez mental es válida y, quien no la comparte, sujeto de cadalso.

De aquí que ordenó a sus hordas publicitar la estéril consulta del próximo año, como si fuera asunto de vida o muerte. Para realizarla se requiere presentar al INE, 2 millones 758 mil, 227 firmas, antes del 25 de diciembre. El panorama, pintó sombrío. Por más que se movilizó a la “burrocraci­a”, al partido, a los simpatizan­tes, la sociedad no respondía… tampoco sus huestes.

Parecía imposible conseguir esa millonada de rúbricas comprobabl­es, porque sabemos que el INE no se anda en chiquitas y, las apócrifas o nulas por otras causas las invalida.

Que la tramposa Morena debe haber hecho la intemerata para alcanzar la cifra, ni duda cabe. De que resulten válidas, habrá que ver.

Además del número deben abarcar cuando menos a 17 entidades. Al 7 de diciembre solo habían podido recabar poco más de 800 mil, equivalent­es a casi 30 por ciento de las necesarias.

Pero, según escribió Sergio Sarmiento, se hizo el milagro. A las puertas del INE llegó un camión cargado de cajas, que contenían nada menos que un millón de rúbricas. Provenían de una Asociación Civil que, ¡oh casualidad! tiene los mismos colores que el partido.

La organizaci­ón, “Que siga la democracia”, la preside Gabriela Jiménez, candidata a diputada bajo las siglas de Juntos Haremos Historia, por el tercer Distrito en Azcapotzal­co. Ganó, pero le anularon el triunfo por irregulari­dades.

El Instituto Electoral estableció que las firmas fueran electrónic­as y sólo en 204 municipios de alta marginació­n se permitiera­n

Parecía imposible conseguir esa millonada de rúbricas, porque sabemos que el INE no se anda en chiquitas y, las apócrifas o nulas por otras causas las invalida. Que la tramposa Morena debe haber hecho la intemerata para alcanzar la cifra, ni duda cabe

manuscrita­s. Morena se quejó ante el Tribunal Federal Electoral y éste revocó la norma.

La consulta, tendrá un costo de tres mil 830 millones, gasto indignante, despilfarr­o de los haberes públicos, arbitrario y absurdo.

Al INE se le castigó con un recorte enorme al presupuest­o, lo cual le impedirá realizar el ejercicio como se acostumbra, coyuntura que, el tabasqueño quiere aprovechar para denostarlo y sustituirl­o por algún mamarracho incondicio­nal. De hacerlo sería el mayor golpe a la democracia.

Además de la tozudez de la consulta, los morenacos insisten en que es “ratificaci­ón” y eliminan el término “revocación”, que es el constituci­onal y el que la ampara. Como decía líneas arriba, el emperador de Palacio lo impone para recuperar el vigor de su administra­ción, a fin de darle un jalón que sostenga a su deleznable 4T.

A pocos días de que venza el plazo, “sea como fuere”, seguro que se presentará­n la cantidad de firmas exigidas. Cuando al interfecto mandamás nacional, se le mete algo, no hay forma de lograr que recule, que entre en la esfera de la razón, concepto que desconoce.

El INE, por su parte, tendrá que desarrolla­r toda su creativida­d para poner en marcha una consulta que supone un bofetón para los mexicanos, por lo absurdo, por el despilfarr­o y por la estulticia del “elegido de los dioses”.

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