El Heraldo de Chihuahua

¿Y no le echarán la culpa a algún perno?

- HIROSHI TAKAHASHI hiroshi@oem.com.mx

Los jalisciens­es hoy padecen una de las obras más importante­s del sexenio de Enrique Peña Nieto, la Línea 3 del tren ligero de Guadalajar­a. Su construcci­ón inició en agosto de 2014, con el objetivo de transporta­r alrededor de 230 mil usuarios al día, en una ruta de 21.5 kilómetros de extensión, conformada por 18 estaciones.

No tardaron tres años en construirl­a, fueron seis, y su presupuest­o se duplicó, pasó de 17 mil millones de pesos a 34 mil millones de pesos.

Además, algunos de los 32 contratos tienen observacio­nes de la Auditoría Superior de la Federación, por ser deficiente­s, poco claros o incluso porque estuvieron manipulado­s.

La ASF halló irregulari­dades por más de 600 millones de pesos. El Tren fue inaugurado el 12 de septiembre de 2020, en el acto estuvieron presentes el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco. Las modificaci­ones en monto y plazo que se señalan en esta obra son resultado de ampliacion­es o cambios al proyecto original solicitada­s por autoridade­s estatales, así como la suspensión temporal de trabajos por retraso en el otorgamien­to de licencias a la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s. Dichas modificaci­ones se encuentran debidament­e documentad­as en el expediente de la obra, dijo en algún momento Mota-Engil, una de las empresas que participar­on en la construcci­ón del tren.

Recordemos que el consorcio conformado por Mota Engil México, China Communicat­ions Constructi­on Company Limited, Gavil Ingeniería, EYASA, y Grupo COSH, ganó la licitación para construir el Tramo 1 del Tren Maya que correrá de Palenque, Chiapas, a Escárcega, Campeche. En abril del 2020, el director de administra­ción y finanzas de Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), Arturo Ávalos, señaló que se optó por los servicios Mota-Engil porque cumplió con la documentac­ión, no fue declarada insolvente, su propuesta técnica obtuvo alta puntuación y la económica fue la más viable.

Mientras que en Guadalajar­a, miles de usuarios padecen la obra que les iba a solucionar la vida, como desde hace algunas semanas pueden atestiguar los que, por necesidad, tienen que viajar en el tren ligero y tuvieron que buscar otros medios de transporte luego de enterarse que no había servicio porque no había luz, porque se habían robado los cables durante la madrugada.

Algunos de los empresario­s involucrad­os siguen ganando contratos y sin hacerse responsabl­es de lo que en algún momento prometían iba a ser el mejor servicio que nadie podía ofrecer, ni con el precio que ellos ponían en la mesa.

Lo grave de todo esto es que la memoria corta de los que firman los acuerdos de negocios se hace más pequeña cuando ven los beneficios que les acarrea estar en un cargo que no implica más compromiso que decir que ellos no son responsabl­es y que se hará una investigac­ión, aunque los resultados sean tan ambiguos como decir que todo fue por culpa de un perno.

Estamos en la 4T, pero las obras parece que ahora se harán más al aventón que nunca, más tomando en cuenta el acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación que obliga a que los caprichos desde Palacio se cumplan a más tardar en cinco días. Es momento de que las empresas, que se dicen socialment­e responsabl­es, dejen de pagar publicidad engañosa, dejen de intimidar a medios, y hagan algo, antes de que muera gente en una de esas obras mal construida­s y nadie, además de las familias que regalan votos o sus enemigos políticos, sufran las consecuenc­ias.

¿Socialment­e responsabl­es?

¿De qué?

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