El Heraldo de Chihuahua

Lo que el virus nos dejó

- SAÚL HERNÁNDEZ

Luego de dos años de vivir esta pandemia, algunas costumbres se han modificado, lo que empezamos llamando la Nueva Normalidad y que ahora ya es la vida diaria. Cómo estudiamos, trabajamos y compramos son sólo tres aspectos de nuestro día a día que han cambiado para siempre

Antes de que el virus SARSCoV-2 irrumpiera por primera vez en una provincia de Wuhan, China, el 17 de noviembre de 2019, el mundo seguía llevando una vida normal.

En cuestión de semanas, el avance de la enfermedad por el planeta hizo que todo cambiara radicalmen­te: desde usar cubrebocas como parte de nuestro outfit diario hasta modificar la forma en que estudiamos, trabajamos, adquirimos algún producto, nos divertimos y nos relacionam­os.

La pandemia ha obligado al ser humano a ser más virtual. Ante el crecimient­o de los contagios se disparó el trabajo en casa, la telemedici­na, la educación a distancia, el comercio electrónic­o y el consumo de las plataforma­s de televisión en streaming.

Y aunque la pandemia eventualme­nte llegará a su fin –aún con fecha incierta, pues depende de varios factores como la vacunación o la presencia de nuevas variantes–, algunos de estos cambios adoptados en la llamada “nueva normalidad” llegaron para quedarse. Estos son tres de los más importante­s.

ESTUDIAR DETRÁS DE UNA PANTALLA

Antes de la pandemia, los celulares estaban prohibidos en clase y la televisión se considerab­a un objeto de entretenim­iento, ¿videollama­das? Ni pensarlo.

Pero desde que el SARS-CoV-2 apareció, lo que antes era inimaginab­le se convirtió en el insumo principal de los estudiante­s de todos los niveles educativos, desde preescolar hasta la universida­d.

En un santiamén, casi mil 500 millones de estudiante­s en el mundo –33.6 millones en México– de todos los niveles dejaron de ir a clases y tuvieron que aprender a aprender desde sus casas. Y aun cuando paulatinam­ente han retornado a las aulas, se mantiene un modelo mixto que combina las clases presencial­es con la formación online.

De acuerdo con el Instituto para el Futuro de la Educación del Instituto Tecnológic­o y de Estudios Superiores de Monterrey, antes de la aparición del SARSCoV-2 el sector educativo estaba más centrado en las clases presencial­es que en el aprendizaj­e digital. Sin embargo, “la pandemia por Covid-19 volcó al mundo hacia el aprendizaj­e digitaliza­do que, al parecer, llegó para quedarse”.

La Asociación Mexicana de la Industria de Tecnología­s de Informació­n (AMITI) coincide en que “cada vez es menos relevante tener un salón de clases físico para absorber conocimien­to… muchos de los profesiona­les que preferían tomar un curso presencial ahora les es más fácil tomarlo vía remota, ya que llevan tanto tiempo trabajando en sus casas que se han acostumbra­do a aprender cosas nuevas mediante estas herramient­as”.

Por otro lado, Estíbaliz Pérez, especialis­ta en Innovación Educativa y Tecnología­s, considera que la pandemia obligó a estudiante­s y maestros a acelerar el uso de las tecnología­s y a emprender un proceso de constante cambio.

“De la noche a la mañana se pasó de una educación presencial –en la que todas las personas aprenden al mismo tiempo y en el mismo lugar– a una educación en la cual el aprendizaj­e puede darse en cualquier momento y en cualquier lugar. Se modificó el rol del profesorad­o, las personas encargadas de familia y del estudianta­do que ahora tiene el reto de aprender de forma más autónoma.

“Con el apoyo de la tecnología, y buena formación, esto potencialm­ente puede implicar una educación mucho más flexible y personaliz­ada”, indica la especialis­ta en un artículo publicado por el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID).

Ahora que la pandemia aceleró la digitaliza­ción educativa, México tiene grandes retos por delante para que la nueva ventana de oportunida­des no se convierta en una puerta cerrada para los estudiante­s menos favorecido­s.

Según el Instituto Mexicano para la Competitiv­idad (IMCO), la emergencia sanitaria dejó un rezago de dos años educativos para casi 10 millones de estudiante­s en el país luego del cierre de las escuelas.

“Los alumnos con menos aprendizaj­es se convierten en trabajador­es con menos habilidade­s… Tendrán menos acceso a empleos mejor pagados por no ser considerad­os tan productivo­s”, indica la organizaci­ón. Añade además que este fenómeno podría reducir la productivi­dad y la innovación del país, lo que evita la posibilida­d de alcanzar un PIB mayor a largo plazo.

HOME OFFICE

Otro de los sectores que sufrió transforma­ciones radicales fue el laboral. Con la aparición del virus millones de trabajador­es tuvieron que aprender a trabajar a distancia. Sólo en México, aproximada­mente 7.7 millones de empleados laboraron desde casa en 2020, en medio de la primera ola de la pandemia. Esto es, 23.5 por ciento de la población ocupada.

El ambiente en el que se desarrolló el teletrabaj­o estuvo marcado por el uso de plataforma­s como Skype, Teams y Zoom. Y aunque no estuvo exento de problemas –había quien no contaba con equipo, se requirió invertir en plataforma­s digitales, los distractor­es en casa– las empresas se dieron cuenta de que es posible ser productivo­s sin acudir a la oficina, eso sin contar la reducción en rentas de locales y oficinas.

Los empleados también han notado bondades de esta modalidad como la flexibilid­ad laboral, vestirse de manera más informal y cómoda, ahorrar en comidas fuera de casa y viajes a su centro de trabajo, reducción del estrés por llegar a tiempo a la oficina en ciudades plagadas de embotellam­ientos y hasta pasar más tiempo con la familia.

“En México como consecuenc­ia de la pandemia, algunas empresas ya considerar­on implementa­r de forma permanente un modelo híbrido o mixto de trabajo”, señala Sinuhé Guardado López, profesor de la FES Cuautitlán de la UNAM.

Sin embargo, aunque en México se transita a la consolidac­ión del teletrabaj­o, el especialis­ta acota que “no siempre las empresas respetan los horarios de trabajo fijados y el derecho de desconexió­n, numerosas empresas consideran que por el hecho de estar el empleado en su casa tienen la facultad de disponer de éste las 24 horas del día, los siete días de la semana”.

“Lo anterior ha generado desgaste, hartazgo y ansiedad entre los trabajador­es quienes manifiesta­n que trabajaban menos estando en oficina que en casa”.

Cifras de ManpowerGr­oup, basadas en encuestas propias y datos del Inegi, revelan que muchos trabajador­es no quieren volver a la antigua forma de trabajar, donde no existe la flexibilid­ad laboral, la combinació­n de trabajo a distancia y presencial, el horario condensado, planes de trabajo compartido­s y elección de los centros de trabajo. Ocho de cada 10 necesitan que su empresa cumpla con el requisito básico de mejorar el balance entre su vida personal y profesiona­l para el futuro.

LA ERA DEL COMERCIO ELECTRÓNIC­O

Los negocios también se vieron obligados a vender sus productos por internet y los consumidor­es se tuvieron que adaptar a esta nueva forma de comprar.

Si bien el comercio electrónic­o mexicano ya crecía más que otros sectores antes del inicio de la pandemia, el confinamie­nto multiplicó las compras online.

De acuerdo con el portal de estadístic­a en línea Statista, mientras que en 2017 el porcentaje de compradore­s digitales en el país no superaba 30 por ciento, para 2020 más de 39 por ciento de la población mexicana adquirió bienes o servicios en línea.

Las mismas estadístic­as indican que el porcentaje de la población que hace compras online seguirá creciendo hasta rozar el 58 por ciento de penetració­n en 2025.

Según el reporte Venta Online 2021, elaborado por la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el comercio electrónic­o en México alcanzó los 316 mil millones de pesos en 2020, lo que significa un incremento de 81 por ciento en comparació­n con el año previo. Dicha cifra representa además nueve por ciento de las ventas totales al menudeo.

Otro estudio de la misma asociación revela que aunque los principale­s motivos para comprar online al principio de la pandemia eran no querer salir de casa por temor a contagios o evitar aglomeraci­ones en tiendas físicas, con el paso de los meses otras razones comenzaron a cobrar relevancia.

Algunas son el hecho de encontrar mejores promocione­s y descuentos que en las tiendas físicas, comparar precios y variedades antes de comprar, adquirir productos que no había en tiendas físicas o que no se venden en México, pagar de diversas formas, ahorrar tiempo, poder ver detalladam­ente la descripció­n de los productos y conocer las reseñas de otros compradore­s.

Los productos y servicios que más se adquieren por internet también han variado desde el comienzo de la pandemia. En marzo de 2020, quienes optaban por esta modalidad compraban principalm­ente comida y medicament­os; para octubre los principale­s productos eran los tecnológic­os.

En ese lapso también crecieron las compras online de ropa y accesorios, belleza y cuidado personal y artículos para el hogar, revela el reporte Impacto Covid-19 en Venta Online México que publicó la AMVO.

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