EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
Procedente de una familia de pintores, su abuelo, padre, tíos, hermanos y después su hijo; el taller familiar fue heredado a su hermano mayor y también el derecho a usar el apellido, el pintor holandés Jheronimus van Aken latinizó su nombre a Hieronymus y tuvo que buscar un apelativo para diferenciarse de su hermano y abrir su propio taller, eligiendo el nombre de su ciudad natal S'Hertogenbosch, simplificado en Bosch, y en España el Bosco.
La debilidad humana fue la temática favorita de su obra, inspirándose en supersticiones, refranes y leyendas, impregnando sus obras con un sentido del humor grotesco y cruel. Prácticamente pintó sólo obras religiosas, su estilo reunía los temas y obsesiones de finales de la Edad Media, uno de ellos la salvación después de la muerte.
Su obra cumbre fue “El Jardín de las Delicias“, obra pintada en tres paneles, en el primero "El Paraíso", el segundo "El desato de la lujuria" y el tercero "El desenlace del pecado".
Mostrándonos metafóricamente que los placeres de la vida son pasajeros y tienen como consecuencia el sufrimiento y la desgracia, en la obra se plasma el origen y fin del mundo; en “El Paraíso” representa el último día de la creación, donde Dios creó los árboles, los frutos, los animales y a los dos primeros humanos, Adán y Eva.
Al centro “El desato de la lujuria”, el verdadero Jardín de las Delicias, situado entre el Edén y el infierno, representa la pérdida de gracia del hombre ejecutando actos sin pudor ni miedo al castigo, sólo por placer; en el extremo inferior derecho aparecen Adán y Eva refugiados en una cueva tras ser expulsados del Paraíso, se dice que el personaje de Adán en esta parte es un autorretrato del Bosco.
El pánel derecho simboliza “El castigo eterno”, es ahí donde los pecadores reciben su condena en el infierno, el sufrimiento se refleja claramente, esta parte está llena de fuego y azufre, en colores rojos, negros y tonalidades oscuras acercándonos al miedo y al terror, donde todo tipo de criaturas y monstruos castigan a los mortales en multitud de maneras.
Con una técnica minuciosa, basada en la pintura de su época, el Bosco era diferenciado de los demás pintores con su forma de componer y posicionar las figuras en el espacio, y la introducción de imágenes oníricas e irreales superando la realidad y la conciencia.