El Heraldo de Chihuahua

“Hay objetos que en sí mismos guardan

- Médico y ex docente de la UACH

Diletante que soy de la historia y de las cosas curiosas, he logrado reunir algunas, que narran historias bizarras y casi fantástica­s; como ésta que aquí nos ocupa. Por el año 1982, siendo funcionari­o del DIF estatal, fui invitado por el joven Lic. Rodolfo Fierro, paleontólo­go por afición y dedicación, quien fuera el iniciador del Museo de Paleontolo­gía de Cd. Delicias, a conocer diversas zonas fosilífera­s del municipio de Ojinaga; un domingo arribamos a dicha zona donde su ojo avizor había descubiert­o múltiples bancos fósiles, en uno de ellos y frente a un esqueleto de un saurio a flor de tierra me comentó: -Nunca debe uno llevarse huesos de un hallazgo como éste, sólo que éste ya ha sido saqueado; si ve algún hueso fosilizado que le interese tómelo. Un pequeño trozo de 9 cm de largo por 7.30 cm de ancho llamó mi atención, era un fragmento astillado de hueso que identifiqu­é como un hueso plano –por mi conocimien­to como médico- que se correspond­ía con una costilla del saurio; con sus extremos trabeculad­os -porosos- y su periostio con múltiples fracturas. Calculé que debió tener junto con su costilla par, un diámetro de metro a metro y medio; y lo más curioso… presentaba tres dentellada­s sobre el periostio que lo hundió en tres fosetas donde cabe el pulpejo del dedo grueso. Esas impresione­s las hicieron grandes colmillos, de 6 o 7 cm de largo, estando el hueso fresco; y fueron hechas cuando el animal estaba siendo devorado y sujetado así, para poder fracturar el hueso. No pudimos saber a qué especie pertenecía, pero el verdugo debió ser un Tiranosaur­io Rex, el que lo mató y devoró. Y eso debió haber sido cerca del tiempo de la extinción total de los dinosaurio­s, hace 66.5 millones de años, cuando un meteorito o asteroide de 15 km de diámetro -según los estudiosos- impactó la tierra en Chicxulub, en la península de Yucatán, México,

un trozo de historia; muchos alcanzan la gloria de narrar sus heroísmos”.

El Homo Erectus aparecería hace 300,000 años y el Homo Sapiens hace 200,000

donde dos terceras partes del asteroide colisionó la Tierra y una tercera el mar, generando un cráter de choque de 200 km de diámetro y 30 km de profundida­d; liberando una energía similar a la de 10,000 bombas atómicas, como la lanzada en Hiroshima. El asteroide se desintegró al momento de la colisión enviando toneladas de piedra y polvo a la atmosfera, que en menos de dos horas envolvió a todo el planeta, mientras llovían partículas de fuego que todo abrasaban, generando una temperatur­a de 10,000 grados centígrado­s; todos los animales –sobre todo los grandesmur­ieron de inmediato en un radio de 1000 Km cuadrados; el resto -el 75% de los animalesmo­riría en la más aciaga oscuridad pues la nube rodearía por meses la Tierra envenenánd­ola con gases, provenient­es de sulfatos liberados por el yeso esparcido, que en Yucatán es abundante. Después por la falta de luz solar, vendría un corto período glaciar.

Había nacido la era de los mamíferos y de los animales pequeños; entre los que estaban los simios que nos darían origen. El Homo Erectus aparecería hace 300,000 años y el Homo Sapiens hace 200,000; a ellos les tocaría convivir con los mamuts, pero no con los dinosaurio­s.

En mi rincón de estudio, ocupa un lugar preferente esa pequeña fracción de hueso de 66.5 millones de años, que con facilidad contengo en la palma de mi mano.

Así acabaron 110 millones de años de hegemonía de aquellos fantástico­s saurios; según relata mi hueso fósil.

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