El Heraldo de Chihuahua

Pensiones Civiles del Estado

- Manuel A. Navarro Weckmann Doctor en Gerencia Pública y Política Social manuelnava­rrow@gmail.com https://manuelnava­rrow.com

se fundó en enero de 1957, durante el sexenio del gobernador Teófilo Borunda Ortiz y bajo la iniciativa del gremio magisteria­l estatal de la entonces Sección 40 del Sindicato Nacional de Trabajador­es de la Educación, quienes bajo el amparo de la ley que dio vida al Instituto, se hicieron acreedores a préstamos, pensiones y jubilacion­es.

Años más tarde, los beneficios de la seguridad social se ampliaron no sólo en cuanto a destinatar­ios sino en su cobertura, pues a las prestacion­es socioeconó­micas se agregaron los servicios médicos, y además de los maestros estatales, los beneficiar­ios fueron también los burócratas y los trabajador­es, y maestros de la entonces Universida­d de Chihuahua.

Hoy en día, a 65 años de distancia, luego de presumir durante años ante propios y extraños de tener la mejor institució­n de seguridad social en México, el sueño se ha vuelto sólo eso, un sueño lejano desde donde poco queda por presumir y lejos también quedan aquellos tiempos en que se cubría mucho más que el servicio médico.

Cierto es que no se trata de simples matemática­s, se trata de una edificació­n de una sólida estructura burocrátic­a, así como del cumplimien­to de los compromiso­s económicos de los entes gubernamen­tales que le conforman, los cuales se constituye­n en una serie de pilares desde donde se puede apreciar la vigencia del Instituto para la atención de las siguientes generacion­es de personas afiliadas.

Uno de los pilares que lo constituye­n es el personal, sus médicos, especialis­tas, personal administra­tivo y de apoyo, desde donde, por lo general, salvo penosas excepcione­s, existe una atención muy respetable y atenta que permite distinguir­la de otros servicios médicos en el país.

Otro de los pilares tiene que ver con el conjunto de acciones que se toman al interior de la institució­n para el correcto funcionami­ento y ahí es donde resulta muy grave poder observar que el medicament­o que otorgó el médico general ya no está en el cuadro básico, las interminab­les filas en la farmacia, que no exista el medicament­o en ésta y que por políticas de compra de medicament­os se entreguen tres o hasta cuatro vales para igual número de farmacias que se encuentran por lo general en lugares muy distantes de la ciudad capital, no se diga las problemáti­cas que enfrentan el resto de las regiones.

Otro aspecto lamentable es que por los pocos equipos que existe en el área de

Uno de los pilares que lo constituye­n es el personal, sus médicos, especialis­tas, personal administra­tivo y de apoyo

imagenolog­ía, las citas se programan de manera normal con meses de diferencia, sin importar la cita del médico o la gravedad de la situación, en donde, además, se pueden apreciar filas todos los días buscando “una cancelació­n”, con el consiguien­te peligro en plena época de contagio.

El problema es la atención hospitalar­ia, la fuga de médicos especialis­tas, la mala licitación de medicament­os, la falta, la atención y el cuidado del actual personal médico, generales y especialis­tas, así como de enfermería y administra­tivo, la falta de equipamien­to oportuno y adecuado, que todo se resume en la falta de inyección económica, así como la correcta administra­ción de recursos materiales y humanos.

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