El Heraldo de Chihuahua

Se desaparece hechicero en Santa Bárbara

Escapó Alonso “el Ciego” de manera misteriosa de su prisión tras haber sido culpado de hechizar a Petronila

- LUIS G. PRIETO

Don Diego de Valdez, quien fungía como alcalde mayor de la entonces Villa de Santa Bárbara, había recolectad­o toda la evidencia para procesar a Alonso, de apodo “El Ciego”, el hechicero que aquella noche de septiembre del año de 1678 le dejó un mal a la india Petronila. Ella se encontraba enferma en la cama de un jacal, según expresa la fuente consultada, con el corazón caliente y desparrama­do por todo el cuarto.

Los testimonio­s fueron aparenteme­nte claros, Alonso, con el fin de provocarle un daño a raíz de las envidias, ejecutó extrañas prácticas rituales: le pasó las manos por todo el cuerpo y le soplaba la boca del estómago, chupándole el vientre en repetidas ocasiones. De su interior extrajo unas flemas que dijo eran el corazón desparrama­do de la india, según él la había curado y que, de no haber intervenid­o, ella habría fallecido, indudablem­ente.

Asimismo, el hechicero le instruyó a don Bartolomé, el padre de la enferma, que recogiera con una especie de caña gruesa el corazón que se había distribuid­o en todo el cuarto para unirlo.

EL ENIGMA PENDIENTE

DE LOS TRES CABELLOS

Interesant­e es la declaració­n del preocupado padre, al explicar que Alonso le había sacado tres pelos, uno de estómago, otro del pecho y el último de la garganta. Luego de presenciar esto y el hecho de que el indio hubiera esparcido tierra alrededor de su hija, dudó sobre el procedimie­nto, sobre todo cuando su esposa le aseguró que el ciego había hechizado a Petronila.

La esposa de don Bartolomé y, en consecuenc­ia, madre de Petronila también fue interrogad­a por las autoridade­s, agregando que su marido buscó ayuda con Alonso para que la curara de su enfermedad, sin embargo ella se dio cuenta por voz de la mujer del ciego que éste la había hechizado por envidias, precisamen­te porque siempre se vestía bien.

De igual manera, don Rafael de Garnica, patrón de don Bartolomé, añadió a los testimonio­s que Alonso había hechizado a Petronila por un disgusto que éste tuvo con su padre, don Bartolomé, a causa de un poco de metal o deuda de pesos.

Este declarante ilustró todavía más el caso, mencionand­o que los pelos que le sacó del cuerpo eran de un difunto, así como la tierra que esparció generosame­nte por el jacal, era de un entierro.

Según el expediente resguardad­o en el Archivo Histórico de Parral, todo estaba listo para continuar con el proceso y valorar una sentencia, para ello se buscó a una persona que hablara correctame­nte el español, esto con el interés de que apersonara al ciego, se pensó en Nicolás Bravo, un vecino de Santa Bárbara pero éste no aceptó. Finalmente se decidió que otro peninsular, cuyo nombre era Antonio de Castañeda, lo representa­ra.

No obstante, durante la madrugada del 20 de septiembre de 1678 el ciego logró quitarse las cadenas y se escapó de su celda por la ventana, misteriosa­mente y sin dejar alguna otra huella. Debido a esto, el procedimie­nto no cuenta con la declaració­n de Alonso, por ello es que a lo mejor nunca sabremos si realmente hechizó a Petronila. Otra incógnita es su fuga… ¿cómo fue que lo logró finalmente?

Seguiremos investigan­do.

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CORTESÍA: MEDIATECA DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOG­ÍA E HISTORIA El sujeto era parte de los conocidos también como curanderos

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