Corrupción (3)
“Muchos pensamientos…un solo equipo”
“
Desde cualquier ángulo en el entorno” avista que el Plan Nacional de Desarrollo, publicado en 2019, constata los compromisos administrativos de la actual gestión pública federal de AMLO, 2019-2024. Contiene en el Eje General de Política y Gobierno, un primer apartado relativo a erradicar la corrupción, el dispendio y la frivolidad, pero una cosa es planear y otra muy diferente es hacer. La Política Nacional Anticorrupción (PNA) fue aprobada prácticamente hace un par de años, el 29 de enero de 2020, por el Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción, y…¿! Sobre la perspectiva de que la corrupción no se limita a los actos de las llamadas “obras de inversión” del poder Ejecutivo, la inmensa mayoría adjudicadas al arbitrio, directamente, sin licitaciones que enmarca la Ley, sino que tienen que ver con los otros dos poderes: el Legislativo y el Judicial, áreas sumamente complejas; las tareas de detección, prevención y correctivas deberán ser integrales y aún más, atacar desde su raíz: sobornos, desvío de recursos, abuso de funciones, colusión, conspiración, favoritismos, cochupos, etcétera, para cometer actos de corrupción y nepotismo, como las más recurrentes. Empero, y en esto hay que ser intolerantes contra el abuso cotidiano, el que no respeta las formas de vivir públicas, como poder tolerar las filas y los turnos con respeto para resolver un trámite, sin fallas en la moral y la ética y atenerse a cuatro planos: jurídico, antropológico, sociológico y sicológico.
Un error garrafal que cometemos los mexicanos es pensar que la corrupción es del sistema y no de las personas: “el vivo vive del bobo”… que si las instituciones son corruptas es porque hay fallas en la moral y en la ética de los individuos que las integran, así se reconocen sociedades más corruptas que otras y a la corrupción le hemos dado un tinte de inmoralidad y a veces hasta de criminalidad y dirían los puristas: ¿Y a poco no? El índice de percepción de la corrupción, medido desde cero (muy corrupto) hasta cien (muy transparente), desde el antecedente de que “aquello que abarata relativamente el costo del acto delictivo estará promoviendo su comisión” o “ganar transitando el camino más fácil (y rápido)”, avalan la tendencia de justificar la cultura de la corrupción.
Corruptor y corruptible con tal de acelerar un trámite o de evitar una sanción económica, ante la falta de controles sistemáticos que funcionen eficazmente para su prevención o corrección. Toltecas, teotihuacanos y mayas, aztecas/tenochtitlanos y súbditos, La Malinche, Hernán Cortés, la Colonia, el Virreinato, La Independencia, La Reforma, Porfirio Díaz, toda la etapa revolucionaria y posrevolucionaria, el neoliberalismo y el conservadurismo, y aún la Cuarta Transformación, parecieran diferentes épocas sin corrupciones, pero, ¡ufff!, vaya que siguen vigentes en nuestros días y… seguramente seguirán pa’ delante… ¿A poco no?