El Heraldo de Chihuahua

La normalidad de la GUERRA

- ERICK RAMÍREZ

Austed le debería importar Ucrania. No es un antro de moda en la Condesa, es un país de 44 millones de habitantes, rico en recursos naturales y una posición geográfica estratégic­a entre Asia y Europa que le hacen hoy el epicentro de las máximas tensiones globales.

Al momento de escribirle esto, la vecina Rusia ha desplegado a lo largo de la frontera un ejército de al menos 100 mil efectivos y realizado ejercicios militares. En respuesta, Estados Unidos considera movilizar alrededor de 8 mil soldados a países aliados en Europa del este más los que se sumen de otras naciones de la OTAN. Todos estos países con armamento nuclear en sus reservas.

Las hostilidad­es de Rusia hacia Ucrania se remontan centurias atrás pero, desde 2014, han caminado sobre el filo del cuchillo desde que el gobierno del presidente ruso Vladimir Putin anexó el territorio rico en recursos naturales de Crimea en el Mar Negro.

En el papel, Rusia reclama que la cercanía de Ucrania con países aliados de la OTAN y Estados Unidos supone una amenaza a su existencia, por lo que la preparació­n militar sería –dice– una mera defensa.

En los hechos, ya sea un chantaje a escala masiva o una verdadera amenaza de guerra, Putin, exagente de la KGB soviética, autócrata y expansioni­sta confirmado, pretende restaurarl­e a su patria la influencia que la caída del muro de Berlín y del comunismo le quitaron hace 33 años.

El tamaño de los rifles que la OTAN y Rusia están poniendo en el tablero no se había observado desde la Segunda Guerra Mundial. Por cosas menores países se han ido a las armas en los últimos 77 años.

Europa occidental no quiere la guerra. Además de un costo en vidas innecesari­o, el gas natural provenient­e de Rusia y estados aliados es una palanca estratégic­a para su estilo de vida e industria.

El gobierno de Ucrania, en tanto, ha desechado la idea de que un conflicto bélico con Rusia es posible y ha llamado a no prender fuegos donde no los hay, ya sea por miedo o la costumbre de vivir junto a una superpoten­cia.

El Estados Unidos de Joe Biden, en cambio, restaurado en su posición de policía del mundo, ve en Ucrania una plaza digna de pelearse con tal de frenar el imperialis­mo ruso, pero también para enviar una señal a China en caso de que ésta decida imitar a Putin y comenzar a amenazar a sus vecinos en el Océano Pacífico.

Espero haber sido claro en mi intento de resumen. El chiste es que la cosa anda tensa con una guerra mundial como posibilida­d, aunque sea pequeña al momento.

El conflicto actual parte de nuevo al mundo entre Este y Oeste, polarizánd­olo aún más de lo que ya estaba, dificulta la recuperaci­ón económica, y distrae de problemas mucho más apremiante­s como el cambio climático y las profundas inequidade­s que la pandemia deja entre ricos y pobres.

Es cuestión de tiempo para que un conflicto armado afecte a nuestra pueblerina República. Cuando entra en guerra, Estados Unidos centra absolutame­nte todos sus esfuerzos políticos y económicos en ganarla. Eso deja fuera cualquier agenda bilateral que México pretenda empujar, incluido el T-MEC, la crisis migrante y el tráfico de armas.

Asimismo, una economía global partida en dos aumentaría aún más la crisis que ya se vive en la cadena de suministro y logística mexicana, que tiene a los puertos parados y las fábricas trabajando a medias.

Si le añadimos los efectos inflaciona­rios que una guerra genera a la inflación global y mexicana, que ya andan históricam­ente altas, el panorama se pinta bastante gris.

Me queda claro que en términos de política internacio­nal la pandemia hizo nada para restaurar un estado de mayor conciencia planetaria.

El mundo ya enterró a 5.6 millones de personas a causa del virus, la economía global perdió años de progreso y los políticos de primer nivel siguen tomando las mismas decisiones que tomaban antes de ello: en solitario y absurdas.

La pandemia fue tregua al orden de las cosas. Ya se acabó.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico