Aunque nos digan una y otra vez
que ellos son “diferentes”, aunque nos mientan, den las maromas más increíbles, para según ellos siempre caer parados, la realidad se impone, cada mañana en lugar de revisar los asuntos torales de la nación: salud, seguridad, educación, economía, infraestructura, cultura y otros tantos temas que sólo muestran retroceso; nos recetan sus sermones, mentiras, excusas, a hablar del pasado y señalar que todo estaba mal y ahora ha cambiado, y lo que no, es por culpa de los neoliberales y “vamos requetebién”.
La principal bandera por la cual llegó el presidente al poder fue la llamada 4T, que se basaba (sí, en pasado), en la lucha anticorrupción, hablaban de 500 mil millones de pesos, que se robaban los funcionarios de todos los órdenes de gobierno, de que todas las adquisiciones y la obra pública iban a ser por concursos transparentes y vigiladas por los ciudadanos, que los puestos clave de la administración iban a ser ocupados por la gente más preparada para ello, que no iba a haber ni amiguismo ni nepotismo, mucho menos funcionarios con pasado dudoso o que le metieran mano al presupuesto. Y que ello se iba a ver reflejado en combustibles baratos, más obra, servicio de salud universal y de la calidad del primer mundo (Dinamarca, dijeron), crecimiento económico del 6% anual (bueno 4%, bueno 2%, bueno -0%), ni un peso más de deuda y que no iba a haber ningún escándalo de corrupción.
¿Y cuál es la realidad? Nos faltaría espacio para las fallas y yerros de este gobierno y sus corifeos queriendo taparlos. Los puestos los ocupan personas que tenían que ser leales al presidente, sin importar su preparación o su pasado y que iban a ser sostenidos o premiados, sin importar la corrupción que los rodeara; Bartlett con sus propiedades, Zoé Robledo, Ana Gabriela Guevara, Rocío Nahle, David Monreal, Felix Salgado Macedonio, Delfina Gómez, los superdelegados con los programas sociales opacos y sin rendir cuentas, la Guardia Nacional en la Aduana, en las carreteras,
Los puestos los ocupan personas que tenían que ser leales al presidente, sin importar su preparación o su pasado
el Instituto Nacional de Inmigración con los extranjeros y una muy larga lista de etcéteras.
Y lo más grave de todo, el círculo familiar del presidente; sus hermanos Pío y Martín, su prima Felipa, su cuñada Concepción Falcón en Macuspana, sus hijos con el programa Sembrando Vida, con su amigo Hugo Chávez Ayala, pero la joya de la corona es el último escándalo de su hijo José Ramón López Beltrán y su esposa Carolyn Adams, que adquirieron una residencia en Texas que fue construida sobre un terreno de 2,500 metros cuadrados, ubicada en Oak States, una de las zonas más exclusivas dentro del fraccionamiento Jacobs Reserve, y es propiedad de la señora López desde septiembre del 2019, momento en que el inmueble pertenecía a Keith L. Schilling, alto ejecutivo de Baker Hughes, la empresa que tiene contratos vigentes con el gobierno actual por más de 151 millones de dólares en obras para Pemex.
¿La maroma?, son inventos de los conservadores para desprestigiar al gobierno y a Morena. La esposa del Jr. tenía mucho dinero desde soltera. ¡Zas!