El Heraldo de Chihuahua

Matóla! La nota roja en México

¿CÓMO PASA LA VIOLENCIA A SER PARTE DE LA CULTURA POPULAR?

- LUIS FERNANDO RANGEL /

¿

Cómo un criminal podría pasar a formar parte de la cultura popular? Sin duda, un crimen siempre resulta atroz; aunque los motivos que existen detrás del acto suelen fascinar a la sociedad. La pregunta no va encaminada a quién es la víctima, sino a quién es el perpetrado­r, cómo cometió el acto y por qué razón. Tras el velo del crimen se encuentran dibujados los temores de la sociedad, que se sabe fragmentad­a y en sus fisuras observa sus fracasos, donde se gestan los criminales.

Al abordar la figura del criminal podemos observar dos facetas. La primera va ligada a la vida personal y cotidiana. La segunda, detrás de los actos cometidos. Esto da paso a diferencia­r la persona y el personaje. La primera faceta nos muestra un contexto íntimo, mientras que la segunda faceta muestra un contexto que escapa de la cotidianei­dad, y por lo tanto, al romperla, se convierte en un ser diferente, ajeno, extraño, fuera de toda norma. De esta manera, la sociedad configura una imagen del criminal a partir de la actuación que rompe la norma, dando pie a que el personaje sea más relevante que la persona, y así este se instale dentro del imaginario colectivo.

Quién no ha escuchado en más de una ocasión frases como “Quién iba a pensar que Fulanito fuera una asesino, si tan buena persona que se veía, siempre lo veíamos salir de su casa temprano, bien vestidito y saludador”. Y sin embargo, los periódicos sentencian que Fulanito —tan buena persona que se veía— ya llevaba dos o tres asesinatos. De esta manera, Fulanito será visto como un ser que va más allá de sí mismo, de esa primera impresión cotidiana, para instalarse dentro del ámbito social como un fenómeno, generando interés al tratar de entender los motivos de su doble vida, por qué cometió los actos y cómo lo hizo. Las víctimas pasan a ser números y son deshumaniz­adas.

Esto ha ocurrido desde siempre. Carlos Monsiváis en su libro Los mil y un velorios hace un detallado análisis de la nota roja en México y va enumerando una serie de ejemplos de cómo la sangre y el morbo forman parte del lado oscuro del quehacer periodísti­co que ha dado forma a la actual cultura periodísti­ca mexicana y, que a la par, atiende a una necesidad de consumo por parte de las masas.

Dicho consumo es similar a una náusea. El consumo genera un malestar que será expiado a través de lo desagradab­le de los actos. Así, los periódicos de corte amarillist­a complement­an la historia a través del material gráfico explícito, sin importar la víctima ni sus familiares. El morbo vende y la historia atiende a la necesidad inmediata de compartir aquello que nos resulta desagradab­le, lo cual traza las líneas que escapan de la realidad para instalarse en la fantasía y la tradición popular.

Por ejemplo, lo mencionado por Monsiváis se ve reflejado a través de leyendas urbanas de asesinos. En estos casos, la leyenda cumple dos funciones. Por un lado busca ser una lección que inculque valores mediante el miedo. Por otra parte, se crea una narrativa oral que permite formar parte de la acción mediante la imaginació­n al contar la historia y agregar o no informació­n relacionad­a con el acto, el criminal y los motivos.

Un claro ejemplo de lo anterior recae en Jack “El destripado­r”, del cual se formó un conjunto de historias que van más allá de los crímenes cometidos, llegando a contar que venía del mismísimo infierno sólo a cometer sus asesinatos.

Finalmente es interesant­e observar cómo los periódicos que han adoptado la nota roja como estandarte y han hecho del morbo el material de sus ventas, generando folletos de corte amarillist­a, han configurad­o una estética de la violencia y una línea editorial donde la sangre es lo que importa, más allá de cualquier otro factor. A la par de este tema, buscan enganchar al lector mediante otros mecanismos de morbo ligados a la sexualidad, mostrando material sexual pornográfi­co explícito. Eros y Tánatos se presentan en el diálogo secreto de las cosas prohibidas, del morbo y la deshumaniz­ación.

En referencia a estos periódicos, y volteando a ver a la víctimas, la banda de rock Botellita de Jerez nos cuenta, de manera paródica haciendo énfasis los verbos de las acciones violentas en una peculiar conjugació­n, en la canción “Alarmala de tos” la historia de la Lola, que sufre la violencia sistémica que existe en la sociedad mexicana y pasa a ser la representa­ción de las mujeres golpeadas, abusadas, extorsiona­das, humilladas y asesinadas, donde la familia, la sociedad y el estado actuando como jueces y verdugos.

La sangre ha corrido desde el inicio de la historia y la hemos documentad­o desde diferentes lugares. La nota roja, pues, se ha encargado de guardar los crímenes y las historias de los asesinos, mientras que la cultura popular se ha encargado de inmortaliz­arlos y volverlos leyendas.

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FOTOS: CORTESÍA FFL Las víctimas pasan a ser números y son deshumaniz­adas.
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El morbo vende y crea la necesidad de compartir lo desagradab­le.

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