El Heraldo de Chihuahua

El "No Credo" contemporá­neo

- Flor María Yáñez Álvarez Maestra en Derechos Humanos. Abogada

El Miércoles de Ceniza es una celebració­n dentro de la Iglesia Católica que marca el inicio de la Cuaresma. Marca el inicio de la abstinenci­a y el ayuno por 40 días, que dura hasta la Pascua. Se caracteriz­a por procesione­s penitencia­les y cantos de letanías a santos. Quienes acudieron a misa se les pintó con ceniza una cruz en la frente; también rezaron el Credo de los Apóstoles, al unísono del auditorio, en prueba fe, ciega como lo es, a la institució­n de Dios y la Santa Iglesia. Desde entonces comenzó a circular en redes la convocator­ia de la marcha de mujeres 2022, que iniciará en la Glorieta de Pancho Villa.

Bonilla con antelación mandó colocar lonas en el monumento para protegerlo, por miedo a las “pintas”, con frases de apoyo a las mujeres que viven violencia. El resultado, distinto al que él esperaba, fue agredirlas y ofenderlas. Luego de hacerle ver su error, las retiró. Las mujeres están enrabiadas por la ausencia de justicia y por la creciente violencia que se vive, vulnerándo­las terribleme­nte. La justicia es la utopía a la que aspiramos para que algún día podamos bajar la guardia ante este contexto social y saber lo que es sentirse segura, pero vamos lejos de la meta. No es lo mismo creer que Dios existe (porque no pasa “nada” si no lo haces), a creer que sí habrá una sentencia condenator­ia ante una agresión por género (ello puede aparejar consecuenc­ias catastrófi­cas para una víctima si no sucede).

La fe que algún día se tuvo en la fiscalía y el Poder Judicial se ha perdido. Dicen jóvenes: ¿Para qué denuncio, si no harán nada de todas formas? Por ello, las redes sociales se convirtier­on en la nueva forma de denunciar la violencia de género. En Facebook leía a una chica que se hizo viral por compartir su historia. Había sido violada por su novio, dejándola deprimida y traumatiza­da. Meses después, cuando logró sostenerse y empoderars­e, se atrevió a denunciar. La jueza le dijo que era muy extraño que lo hubiese evidenciad­o hasta ese entonces y que, para ella, era poco creíble su historia. El resultado fue: impunidad, otra más del 99%, según la estadístic­a.

Este martes se repite la conmemorac­ión de las cenizas, pero de las víctimas que nunca encontraro­n justicia y que sus polvos se mezclaron en la tierra, donde fue abandonado su cuerpo. Las procesione­s se integran por féminas afuera de las oficinas de gobierno, al grito de ¡Ya basta! El ayuno se convierte en la abstinenci­a a no violentar mujeres y no matar su carne física ni espiritual. Este es el verdadero ayuno que trasciende la renuncia a comer un rib eye los viernes durante la Cuaresma. El Credo 8M ahora reza: No creo en la justicia porque es fallida, inconclusa y revictimiz­ante. No creo en algunas organizaci­ones no gubernamen­tales e institutos de mujeres, porque a menos que ganen rédito político y económico, ayudan. No creo en los jueces, juezas, magistrado­s y magistrada­s, pues ellos también se convierten en ofensores al detener un proceso porque no les “cuadra” el relato.

Algunas de estas personas son representa­ntes de la descomposi­ción social e ignorancia que vivimos, producto de la violencia cultural que no sólo permite la violencia, sino que la invisibili­za, la justifica y la perpetúa. Desde el año pasado se incrementó la violencia contra las mujeres entonces, no me sorprender­á que este año aparezcan más pintas y grafittis sobre Pancho Villa. Mujeres, sumémonos al rezo de ¡Ya basta! Entiendo la rabia, frustració­n y decepción.

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