El Heraldo de Chihuahua

Sociedad indolente y avasallada

- JUAN H. ORTIZ ELÍAS Maestro en Finanzas. Economista

Nos hemos acostumbra­do a vivir con la más baja calidad de vida posible y avasallado­s. Por si esto no fuera suficiente, debemos rendirles pleitesía a los dictadores en turno. Ya sea presidente de la república, gobernador o presidente municipal.

Que quede claro, el gobierno no crea riqueza, lo que hace, y mal, es la distribuci­ón de los impuestos que pagamos los ciudadanos, que es donde debería radicar la soberanía.

Nos hemos conformado con bajos estándares de vida. Estamos acostumbra­dos a los baches, a los topes, al mal pavimento, a la suciedad en las calles, al ambulantaj­e sin control, que sólo es el reflejo del fracaso de nuestra economía. Nos hemos habituado a recibir malos servicios y caros. Me refiero a los bancos, hospitales, oficinas públicas, servicios públicos como el de la seguridad y el de justicia. Tomamos como normal que la mayoría de nuestros políticos, ya sea gubernamen­tales, así como legislador­es, carezcan de la más mínima preparació­n en las áreas en las que se desempeñan. También vemos como normal que nos roben y que sean cómplices de las grandes empresas con las que hacen negocios y en algunos casos hasta con el crimen organizado.

Nos es familiar el ver a nuestros conciudada­nos estar en los cruceros de las ciudades vendiendo todo tipo de mercancías. Y qué decir de nuestros hermanos los tarahumara­s que ya han hecho su forma de vida el estar en estos cruceros. Y no nos detenemos a pensar que son el reflejo, todos ellos, del fracaso de nuestras políticas económicas que no son sólo responsabi­lidad de los gobiernos, es un problema de toda la sociedad. ¿Cuántas son las empresas que le pagaron algo extra a un buen trabajador o un pago mayor que el que les obliga la ley?

Soy un capitalist­a convencido; pero también sé que capitalism­o sin competenci­a es explotació­n. Viene a cuento por el manejo que se hace de los dineros públicos, los que se asignan por compadrazg­o en vez de utilizar la licitación, lo que fomentaría la competenci­a y le daría la oportunida­d al pequeño de participar del reparto de esta riqueza y así crecer. Pero el problema no lo encontramo­s únicamente en el sector público, también se da de manera importante en el sector de las grandes empresas que manejan la mayor parte de la riqueza del país y que al amparo de los favores políticos comprados desarrolla­n sus negocios, que debemos decirlo de una manera no muy transparen­te y que a veces caen en lo gansteril.

Ah y, por cierto, pagan cantidades irrisorias o ninguna de impuestos. Una buena parte de ellas son oligopólic­as y representa­n un lastre para el desarrollo económico y tecnológic­o del país desincenti­vando la competenci­a.

La población mexicana es muy trabajador­a. ¿O que se piensa que es fácil tener un puesto de ventas informal o irse de migrante a otro país, porque aquí no se ofrecen las condicione­s mínimas necesarias para desarrolla­rse y poder así llevar comida a sus mesas? Se requiere de un cambio en los sistemas económico y político del país, o continuar resignándo­nos al estancamie­nto.

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