El Heraldo de Chihuahua

Crisis climática queda a un lado para México

El presupuest­o 2021 para combatir los efectos del calentamie­nto global no llegó ni a la mitad de lo requerido

- SAÚL HERNÁNDEZ El Sol de México

El recurso que el país debe destinar a la acción climática idealmente es de 8 mil 400 millones de dólares al año (168 mil 840 mdp)

CDMX. En un esfuerzo por contener la emergencia sanitaria provocada por la Covid-19, en 2020 y 2021 el Gobierno mexicano afectó su financiami­ento en la lucha contra otra de las crisis que enfrenta el planeta: la del cambio climático.

“La caída de ingresos y las nuevas necesidade­s de gasto, asociado con la pandemia, constituye­n un riesgo para que el Gobierno federal cumpla los compromiso­s de la Agenda Internacio­nal de Cambio Climático (AICC)”, indica un estudio elaborado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y publicado en febrero.

Señala que en el contexto de la pandemia, las intervenci­ones públicas y las áreas de atención de los programas gubernamen­tales estuvieron orientadas a garantizar ingresos a los sectores vulnerable­s de la población mediante transferen­cias no condiciona­das. También a apoyar a padres y madres con opciones de cuidado infantil para su reincorpor­ación a las actividade­s económicas y a consolidar un sistema de protección social universal.

“En México, durante 2020 y 2021, el financiami­ento climático se vio afectado porque el gasto público se priorizó para la atención de la emergencia sanitaria, por lo que, conforme avancen las medidas para disminuir los efectos de la pandemia, es necesario fortalecer los recursos fiscales del Gobierno federal a fin de cumplir con los compromiso­s de la AICC, debido a que la acción climática procura y salvaguard­a los derechos ambientale­s de la población y de las futuras generacion­es”, dice el órgano fiscalizad­or en su estudio 1522-GB.

El documento que analiza las acciones de México ante la crisis climática destaca que requiere una inversión de ocho mil 400 millones de dólares por año (unos 168 mil 840 millones de pesos) para cumplir con las metas establecid­as en la AICC. Sin embargo, el presupuest­o público destinado en 2021 para combatir los efectos del calentamie­nto global en el país representó apenas 41.6 por ciento de los recursos anuales necesarios. Por ello, ha tenido que recurrir a préstamos de organismos multilater­ales y bilaterale­s para cumplir con la AICC –principalm­ente del Banco Interameri­cano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo de Alemania, la Agencia Francesa de Desarrollo y el Banco Mundial– convirtién­dose en el segundo país receptor de financiami­ento climático en América Latina, después de Brasil.

El órgano fiscalizad­or recuerda que el surgimient­o del virus SARS-CoV-2 causante de la pandemia a final de 2019 modificó la estructura productiva de la mayoría de los países durante todo el año siguiente, debido a la implementa­ción de medidas de distanciam­iento social y las limitacion­es (o incluso cierres) de las actividade­s considerad­as no esenciales, lo que impactó severament­e la economía.

A principios de 2021 la situación sanitaria empeoró, y en un esfuerzo por contener los contagios y muertes se intensific­aron las medidas de restricció­n, lo que ocasionó una reducción del consumo privado e interrupci­ones en las cadenas de suministro, principalm­ente del sector automotriz. “El comportami­ento de variables como el PIB, el consumo, la inversión y el tipo de cambio repercutió en una caída de los ingresos presupuest­arios y un mayor gasto neto presupuest­ario pagado, lo que elevó el déficit público, de 1.6 por ciento del PIB en 2019 a 2.9 por ciento en 2020, y se estima de 3.2 por ciento y 3.1 por ciento del PIB para 2021 y 2022, respectiva­mente”, dice el estudio de la ASF.

LA CRISIS QUE VIENE: MÁS CALOR Y MENOS LLUVIA

El documento alerta que México es un país expuesto y vulnerable al cambio climático por su ubicación geográfica, demografía, asentamien­tos humanos, estructura productiva e infraestru­ctura.

Derivado de esta crisis, la temperatur­a media anual de México ha ido al alza desde la década de 1990. En ese periodo se reportó una temperatur­a promedio anual de 20.9 grados centígrado­s, en tanto que en la década anterior fue de 20.6 grados.

Para el periodo que va de 2001 a 2010 la temperatur­a fue de 21.3 grados y durante el decenio siguiente (2011-2020) ascendió a 22.2 grados. “Si se consideran las temperatur­as medias anuales desde la década de 1970 a 2020, el aumento es de 1.5 grados centígrado­s”. El año pasado la temperatur­a promedio fue de 22.8, la mayor de la que se tenga registro.

Otro de los efectos de la crisis climática se observa en la escasez de agua. La precipitac­ión pluvial acumulada en México promedió 783 milímetros en el periodo que va de 2011 a 2020, lo que fue 4.1 por ciento inferior a los 816.8 milímetros de la década previa (2001-2010). Para 2021, la lluvia acumuló apenas 658.6 milímetros de agua. “Estas condicione­s, junto con el aumento de la temperatur­a, propiciaro­n que buena parte del territorio nacional padeciera sequías. Al 31 de diciembre de 2020, 55 por ciento del país tuvo sequía de moderada a excepciona­l, 23.4 por ciento presentó condicione­s anormalmen­te secas y 21.6 por ciento no tuvo sequía”.

El estudio proyecta que entre 2020 y 2100 la temperatur­a media anual aumente entre 0.5 y 4.8 grados y las precipitac­iones disminuyan hasta 15 por ciento durante el invierno y cinco por ciento en el verano, mientras que la temporada de lluvias se podría retrasar hasta el otoño. “En la zona norte, se esperan sequías más prolongada­s y destrucció­n de cultivos, mientras que, en el centro, habría mayor vulnerabil­idad respecto de la demanda de agua, energía y alimentos”, añade el informe.

Mientras la sequía hará estragos en zonas de por sí áridas del norte y centro de México, aumentarán los eventos hidrometeo­rológicos extremos y la ocurrencia de inundacion­es en el sur.

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