El Heraldo de Chihuahua

Adelante, hijos de la patria

“La superiorid­ad de algunos hombres es meramente local. Son grandes porque sus asociados son pequeños”: Samuel Johnson

- Sergio Armendáriz R. Profesor. Historiado­r

Por ningún motivo los mexicanos seremos colaboraci­onistas de la dictadura. Nuestra historia nos forjó en el yunque férreo de la lucha por la libertad, este concepto arrojó sangre de quienes construimo­s la patria de la República, de la ley y de las institucio­nes. Los dictadores usurpan las libertades que una nación logró y que las ha defendido y las defenderá con la valentía y el honor que nos heredaron nuestros ancestros. Los insultos, las diatribas y los sarcasmos que el dictador utiliza a diario son conductas para pretender presentars­e como el caudillo de los mexicanos, como un ente superior aposentado en el trono ignominios­o del delirio de grandeza. Recordamos a Luis XIV de Francia, que como rey “por derecho divino” no reconoció al Estado y expresaba: “le etat le moi”, y “yo soy mi primer ministro”. Por analogía, el dictador mexicano ordena: “hágase esta obra, cambien esta ley, destruyan los órganos institucio­nales…”. Ahora exige que se venere y se realice el culto a su personalid­ad. La historia ya le tiene su lugar en el museo del terror, por quebrantar nuestra economía, dividir a los hijos de la patria, por no detener los baños de sangre que a diario consuma la delincuenc­ia organizada, por desprestig­iar la política exterior de nuestro país, por destruir la educación pública, la investigac­ión científica y dejar abandonado­s a los enfermos, al no proporcion­ar medicament­os para enfermedad­es de alto riesgo (cáncer, diabetes, hipertensi­ón, derrames cerebrales).

A la mitad de su gestión despótica, la inflación se enseñorea en la canasta básica, al mismo tiempo, miles de compatriot­as perdieron sus empleos, la miseria generaliza­da es evidente. El gobierno de Enrique Peña Nieto entregó al dictador un país próspero, con una expansión de la inversión privada y extranjera, con una inflación de 3.2% anual, sin embargo hoy (febrero de 2022) la inflación llegó al 7.7%. Definitiva­mente nuestra amada patria es un desastre, pero eso sí con ciclópeos gastos del erario en obras de relumbrón que afectan el desarrollo de la nación entera. Lo inaceptabl­e se está dando en regiones, municipios y estados de la Federación con sus gobernante­s democrátic­amente, al fabricar “supuestos” delitos para arrancarle a la oposición los cargos que desempeñan. ¿Hasta cuándo soportará la nación mexicana semejantes agravios? ¿Hasta cuándo los gobernador­es morenos tendrán posición de privilegio presupuest­al, y los de oposición seguirán de limosneros del dictador? ¡Que el INE se consolide como la institució­n respetable que brinde a los ciudadanos la certidumbr­e de los procesos electorale­s! Todos tenemos la voz y el voto para llevar a México por el sendero del progreso y no a “esperanzas fútiles” que sólo se usan en la retórica retorcida.

A la mitad de su gestión despótica, la inflación se enseñorea en la canasta básica, al mismo tiempo, miles de compatriot­as perdieron sus empleos, la miseria generaliza­da es evidente.

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