El algodón, origen y evolución en Delicias
La siembra de este legendario cultivo en esta zona se remonta a la primera mitad del siglo XIX
SAÚL PONCE
Monocultivo durante treinta años y motor del crecimiento económico y poblacional, el algodón está íntimamente ligado a la historia de Delicias y su región, donde su cultivo ha experimentado en los últimos siete años un declive por la baja en los precios internacionales, pero que se está intentando retomar debido a la recuperación de estos últimos.
La siembra del algodonero en esta zona se remonta a la primera mitad del siglo XIX, pues en 1836 se estableció en el partido de Allende la primera fábrica de textiles del estado de Chihuahua, misma que requirió de grandes volúmenes de fibra blanca. Otras plantas de hilados y tejidos se instalarían años más tarde en Camargo y la ciudad de Chihuahua, lo que aumentaría la demanda de algodón.
Con la apertura del Sistema Nacional de Riego número 5 en 1932, se vislumbró la oportunidad que representaba el cultivo del algodón. Sin embargo, fueron pocos los agricultores que se decidieron a incursionar en la siembra de la malvácea, pues en la primera cosecha que se levantó en 1933 no se superaron las cien pacas.
Para entonces operaba en el municipio de Saucillo una planta despepitadora de la compañía Algodones del Norte, la primera que abrió en este distrito. Carlos Blake Arias, gerente del sistema de riego, y George Goodrich, gerente del despepitador, insistieron en fomentar la siembra del algodón y para ello convencieron a agricultores del Valle de Juárez y de la Comarca Lagunera de adquirir tierras en el nuevo distrito de riego.
Colonos de aquellas épocas recordaban que el reparto de los lotes agrícolas se hizo de tal manera que los labriegos menos experimentados fueran vecinos de los laguneros y fronterizos, a fin de que éstos compartieran sus conocimientos de la siembra del algodón.
La superficie cultivada fue incrementándose a partir de entonces y nuevas plantas despepitadoras fueron estableciéndose en Delicias, Saucillo, Meoqui y Lázaro Cárdenas, mientras que en 1956 funcionaba una industria donde se molía la semilla de algodón para extraer aceite.
El auge económico vino aparejado a la expansión del algodonero en las tierras del distrito de riego (llegó a ocupar el 90% de la superficie cultivable), pues con la Segunda Guerra Mundial aumentó en forma considerable la demanda de la fibra. Testimonios refieren que muchos agricultores, cuyos comienzos en estas tierras fueron modestos, prosperaron gracias al algodón, surgiendo una nueva clase media con acceso a bienes y servicios que no tuvo la generación anterior.
Sólo en el municipio de Delicias, en 1955, se produjeron 92 mil 278 pacas, que se enviaban al mercado textil nacional e internacional. Hasta 1970, el algodón fue la principal exportación de México y generador de divisas.
La bonanza del “oro blanco” inició su declive en 1948, cuando el gobierno federal creó el impuesto del add valorem, esto es, una contribución sobre la exportación que afectó a los productores de la región centro sur, debido a que se gravó con 4.73 pesos el kilo de algodón. El impuesto aumentó en 1954 a 6.8 pesos el kilo, haciendo menos rentable el cultivo de la fibra.
Tres eventos más acabarían definitivamente con el auge. El primero ocurrió en 1956, cuando el gobierno de los Estados Unidos propició un “dumping” al poner a la venta, a bajo precios y con facilidades de pago, veinte millones de pacas de algodón que mantenía almacenadas. Esta medida provocó una caída en los precios internacionales que fue resentida por los agricultores locales.
El segundo infortunio de los algodoneros llegó en septiembre de 1958, cuando fuertes lluvias azotaron a la región durante 16 días seguidos. Viejos labriegos recordaban que por el exceso de humedad, la semilla del algodón germinaba dentro de los capullos. Se estima que los aguaceros destruyeron la mitad de la cosecha en todo el distrito de riego, mientras que numerosos jornaleros se quedaron sin trabajo.
Lo anterior generó un problema social de grandes magnitudes: cientos de agricultores endeudados y arruinados, protestas y bloqueo de plantas despepitadoras, todo ello para exigir del gobierno federal un aumento en el precio del algodón y la reducción del costo del despepite.
Y como puntilla, en 1963 una plaga de viruela causada por un hongo destruyó, de nueva cuenta, más de la mitad de la cosecha, lo que se tradujo en la quiebra algodonera y en la búsqueda de nuevos cultivos como el trigo, la soya, el nogal, la alfalfa y las hortalizas. A partir de entonces inició la decadencia del algodón, que nunca volvería a tener el mismo auge experimentado en las décadas de 1930, 1940 y 1950.
Paulatinamente, las plantas despepitadoras fueron cerrando una por una ante lo que algunos denominaron “la debacle algodonera”. La última de estas plantas, Despepites del Desierto, dejó de operar en octubre de 2020, pues debido a los bajos precios internacionales de la fibra prácticamente no se sembró algodón en el Distrito 005.
Los únicos vestigios que le quedan a Delicias de los años de apogeo son el nombre de su equipo de beisbol, Los Algodoneros, y los capullos blancos que aparecen dibujados en el escudo del municipio, junto al racimo de uvas, otro producto que casi desapareció del mapa agrícola.
El declive de la bonanza del “oro blanco” inició en 1948, cuando el gobierno federal creó el impuesto del add valorem