El Heraldo de Chihuahua

Hace varios años,

- Carlos Esparza Deister Comunicólo­go. Miembro de la Asociación de Editoriali­stas de Chihuahua AC. Face: @Antes que se nos olvide esparzadei­ster@gmail.com

la revista Proceso logró una entrevista con Rafael Caro Quintero, desde su escondite. El otrora poderoso narcotrafi­cante de los ochenta fue capturado en 1985, acusado de haber asesinado al estadounid­ense Enrique Camarena, agente de la DEA.

L uego de 28 años encarcelad­o, sorpresiva­mente un tribunal colegiado ordenó su inmediata liberación, de esa manera el peligroso capo dejó la cárcel, pero después la Procuradur­ía General de la República se arrepintió y giró orden de aprehensió­n en su contra, pues se percataron de un “errorcito” en el dictamen, resulta que aún le quedaban 12 años de sentencia, demasiado tarde, Caro Quintero se hizo “ojo de hormiga”. Durante la entrevista desde un lóbrego lugar, aseguró que no asesinó a Camarena y tampoco inició una guerra contra el Chapo ni Mayo Zambada al salir de la cárcel, como aseguraron en su momento las autoridade­s. Así mismo, pidió perdón a la sociedad mexicana, DEA y gobierno de Estados Unidos, recalcando que a su edad sólo deseaba vivir en paz, según dijo, estaba retirado totalmente del “negocio”. Tal vez el tiempo recluido en la cárcel amansó a ese hombre indomable, soberbio, sanguinari­o y ya no quiere saber nada de cuestiones ilícitas, sin embargo, se dice que actualment­e se encuentra en alguna parte de la sierra de Sinaloa, desde donde dirige su organizaci­ón criminal.

Sería estupendo que cuando un narcotrafi­cante se retirara o fuera atrapado, su cártel desapareci­era en ese instante, pero no es así, son como la Hidra de Lerna, aquel monstruo mitológico de varias cabezas aterradora­s, que cuando lograban cortarle una, surgía otra más. Eso mismo sucede con las bandas criminales, en cuanto eliminan al jefe, inmediatam­ente otro delincuent­e emerge para tomar el mando de la organizaci­ón y regularmen­te es todavía más sanguinari­o que el anterior. Así que la cosa sale peor. Además, el máximo anhelo de muchos jóvenes que hoy forman parte de esas bandas, es llegar a ser el líder o al menos el segundo a bordo, es decir, convertirs­e en una de las espantosas cabezas de la Hidra de Lerna, aun cuando son consciente­s que

el tiempo recluido en la cárcel amansó a ese hombre indomable, soberbio, sanguinari­o y ya no quiere saber nada de cuestiones ilícitas, sin embargo, se dice que se encuentra en la sierra de Sinaloa, desde donde dirige su organizaci­ón criminal

todo puede acabar de la peor manera, pero eso no les importa, pues el dinero “fácil “; convertirs­e en protagonis­ta de un narcocorri­do; los autos de lujo, la fama efímera, ropa de marca y ostentosas joyas, los tienen embobados, por no decir apen…tontados.

Periódicos, internet, televisión o cualquier otro medio informativ­o, continuame­nte informan de manera terrorífic­a las consecuenc­ias de estar involucrad­o en el crimen organizado, así mismo, han relatado históricam­ente, las caídas estrepitos­as de narcotrafi­cantes que parecían invencible­s, como Chapo Guzmán, Pablo Escobar, Ramón Arellano, Marcos Beltrán Leyva, Caro Quintero, Servando Gómez la Tuta, Félix Gallardo y un largo etcétera, pero increíblem­ente y de manera absurda, hay muchos jóvenes que desean ser como ellos, no cabe duda que el ser humano es incongruen­te y a veces estúpido, pues teniendo todo para ser un hombre o mujer de bien, un triunfador de verdad, una excelente persona, que impacte de manera positiva en la sociedad y tener una larga vida repleta de satisfacci­ones, algunos prefieren integrar una banda criminal, para hundirse en una mediocre, desdichada y fugaz existencia.

Tal vez

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