El Heraldo de Chihuahua

ANÁHUAC GLOBAL

SANTIAGO FERNÁNDEZ SORDO*

- *Profesor de la Facultad de Estudios Globales, Universida­d Anáhuac México

Si usted ha percibido, de unos meses para acá, que su dinero alcanza cada vez para menos o que sus ingresos se agotan cada vez más rápido a pesar de que sigue comprando exactament­e lo mismo, lo que usted está experiment­ando es el fenómeno económico conocido como inflación.

No es el único. Mucha gente, alrededor del mundo, está experiment­ando lo mismo. Las últimas cifras en México arrojaron que los precios de bienes y servicios que adquirimos todos los días incrementa­ron cerca de 7.45% en el último año. Es el mayor incremento de precios a nivel nacional en poco más de dos décadas.

A nivel global, la situación no es muy distinta: en Brasil los precios han crecido hasta 11.3% en el último año; en Chile, durante marzo, lo precios registraro­n su mayor alza en un solo mes desde 1993 y la inflación alcanzó 9.4% en los últimos 12 meses; en el Reino Unido la inflación es la más alta en tres décadas (6.2%); en Estados Unidos no se veía a los precios crecer tanto en al menos 40 años (8.5%); y en la Eurozona no ha habido una inflación tan alta como la de hoy (7.5%) desde que existe el bloque del Euro.

De especial relevancia es el alza en los precios de los alimentos. De acuerdo con indicadore­s de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), los precios de los alimentos se incrementa­ron 13% en marzo y 75% desde mediados de 2020.

El alza más reciente en los precios de alimentos está vinculada con la guerra en Ucrania. Verá, Rusia y Ucrania exportan cerca de 30% del trigo que se comercia a nivel mundial y 18% del maíz. Más aún, Rusia es el más grande exportador de fertilizan­tes a nivel mundial, esenciales para el cultivo de alimentos. En medio de la guerra (y de sanciones económicas), muchos de los cargamento­s de exportació­n no han salido de la región y eso ha causado una escasez que se refleja en precios más altos. Pero incluso antes del conflicto en Ucrania, los precios de los alimentos se encontraba­n ya en sus niveles más altos de los últimos 10 años. En parte por problemas de logística, suministro y escasez que se desprendie­ron de la pandemia; en parte también por sequías y condicione­s climáticas extremas (cambio climático) que han afectado los cultivos.

Preocupa el alza de estos precios por sus implicacio­nes para la capacidad de subsistenc­ia de muchas familias. El conflicto en Ucrania tiene consecuenc­ias inmediatas para las familias de bajos ingresos, cuya dieta tiende a depender más de los cereales y granos, en comparació­n con las familias de ingreso medio, que cuentan con acceso a otros alimentos como la carne, frutas y vegetales.

Pero a mediano plazo, de mantenerse la menor disponibil­idad de fertilizan­tes y los altos costos de la energía (otro factor decisivo que ha contribuid­o a la inflación), muy probableme­nte se encarecerá el cultivo, transporte y procesamie­nto de todo tipo de alimentos. Esto es, una mayor inflación que nos afectará a usted y a mí; y con más fuerza a las familias de menores ingresos. En última instancia, hablamos de crisis alimentari­as (algunas ya patentes en África) o inestabili­dad social (evidente ya en Perú, Irak o Sri Lanka).

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