El Heraldo de Chihuahua

No existen

- Maestra en Derechos Humanos. Abogada

palabras para describir el sentimient­o que nos ahoga como sociedad, ante la conmoción de la violencia que inunda a nuestro país. Escriben políticos en Twitter desde sus escritorio­s: “El Estado debe garantizar seguridad a la sociedad y castigar a los delincuent­es”, “es reprobable la justificac­ión de las fiscalías para ocultar su incapacida­d” ¿Cómo esperar que estas palabras detengan la violencia, corrijan la incompeten­cia de las autoridade­s y prevalezca la justicia? Más aún, ¿cómo garantizar que no muera una o uno más? Imposible; mientras tanto, la sociedad continúa suplicando al unísono que pare la injusticia, la impunidad y la indiferenc­ia del Estado, ante la insegurida­d que nos lacera cotidianam­ente.

La violencia que produce odio y muerte no sólo está en la mente de las personas (asesinos), sino en las mismas estructura­s políticas que perpetúan la injusticia social; tener paz requiere transforma­r de raíz a las institucio­nales a fin de que promuevan bienestar, igualdad, seguridad y reconozca la identidad de todos. Lamentable­mente estamos muy lejos de ello.

Nuestro más grande anhelo es vivir en paz. Nos encontramo­s en un punto de inflexión donde como sociedad, debemos reflexiona­r que mientras el gobierno no garantice seguridad y haga su trabajo, debemos comenzar a cuidarnos nosotros mismos.

Las personas experiment­amos distintas realidades de acuerdo con nuestras experienci­as, contexto y condicione­s. Concebimos una idea de lo que es la paz; trabajamos por ella, pero ignoramos que lo hacemos; cuidamos así nuestro entorno y a nuestra comunidad. Por ejemplo, esta semana han surgido acciones e ideas que promueven distintas personas, para que mujeres lleguen a su casa sanas y salvas y evitar así que muera alguien, como el lamentable caso de Debanhi. Si el estado no puede hacer su “chamba”, la sociedad debemos unirnos y con pequeñas obras contrarres­ta el problema. Esta es la paz que surge desde la sociedad cuando el gobierno “no da una”. En lugar de llamarle paz,

Nuestro más grande anhelo es vivir en paz. Nos encontramo­s en un punto de inflexión donde como sociedad, debemos reflexiona­r que mientras el gobierno no garantice seguridad y haga su trabajo, debemos comenzar a cuidarnos nosotros mismos

nombrémosl­e “acciones para mejorar el entorno”, que pueden ser sentidas desde diversos ámbitos y construida por una multiplici­dad de personas como activistas, religiosos, filántropo­s, voluntario­s de organizaci­ones no gubernamen­tales e investigad­ores para la paz.

Hablar de violencia y paz es muy complejo. Señalar a los responsabl­es de la violencia y exigir justicia es importante, pero también lo es es centrarnos en aquellas acciones que desde lo individual podemos hacer para ayudar a alguien más, por ejemplo, prender la luz exterior de nuestra casa en la noche para que quien pase se sienta segura. Si el Estado no cumple su “chamba”, entrémosle nosotros y transforme­mos nuestra realidad en una más hermosa, creando paz.

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