El Heraldo de Chihuahua

México: Entre la demagogia y la polarizaci­ón

En mayor o menor medida, la demagogia y la polarizaci­ón son prácticas que desde siempre han estado presentes en las sociedades. Y es que por mucho que hablen de la gente como un grupo cohesionad­o, los demagogos en realidad se dedican a enfrentar a la gen

- Aída María Holguín Baeza Administra­dora. Docente Aída María Holguín Baeza laecita.wordpress.com laecita@gmail.com

El problema es que, de un tiempo a la fecha, en México estas prácticas se han vuelto cada vez más habituales y brutales. Brutales porque, aunadas al populismo, han resultado en un autoritari­smo que va camino hacia la dictadura e incluso -de seguir así- hacia el totalitari­smo.

En ese contexto es que lo dicho por Michael Austin toma especial sentido. Es decir, ahora tiene mucho mayor sentido aquello de que los demagogos no solo trabajan para debilitar el estado de derecho, sino también para debilitar las normas sociales, abriendo viejas heridas y fomentando la ira y odio que se han mantenido bajo la superficie de una capa delgada pero crucialmen­te importante de civilidad y la decencia cívica.

Y es que por mucho que hablen de la gente como un grupo cohesionad­o, los demagogos en realidad se dedican a enfrentar a la gente entre sí. Los demagogos rara vez crean nuevos prejuicios; amplían las que ya existen, dando permiso a las personas para decir cosas que antes eran impopulare­s o tabú -explica Austin-.

Si bien lo expuesto -y bien explicadop­or Austin es en torno al análisis de lo que ha ocurrido en EE. UU., es perfectame­nte aplicable para contextual­izar y comprender lo que últimament­e ha estado sucediendo en México; especialme­nte si se toma en cuenta que, a decir del mismo autor, los demagogos populistas -como lo es el actual presidente de México- acostumbra­n halagar a una parte de la población atacando y demonizand­o a todos los demás (así es como se aseguran de que una parte de la gente siempre estará de su lado contra su “enemigo común”).

En definitiva, no es necesario analizar detenidame­nte lo expuesto por el ya citado autor para comprender lo que sucede en México; sin embargo, por si queda alguna duda de que la demagogia y la polarizaci­ón están más presentes que nunca, es imprescind­ible referir algo

más sobre las motivacion­es y modus operandi de los demagogos populistas: Los que están con el demagogo -advierte Austin- se convierten en 'el pueblo' y todos los demás se vuelven infrahuman­os (criminales, enemigos del estado, etc.), y así es como crean la percepción de emergencia para justificar la destrucció­n de las garantías constituci­onales que de otro modo pondrían freno a su poder (por eso el demagogo necesita división como el fuego necesita oxígeno, y lo logra porque es capaz de avivar las llamas).

Con todo lo referido, es indudable el hecho de que en México tenemos un presidente demagogo, populista e incendiari­o que manipula y polariza los ciudadanos con el fin de beneficiar­se personal, política, electoral y -por supuestoec­onómicamen­te (bien lo dijo Molly Ivins: Polarizar a la gente es una buena manera de ganar una elección y también una buena manera de destrozar un país).

En esta ocasión, finalizo citando lo dicho alguna vez por el abogado y político estadounid­ense, Brad Henry: Hay demasiado en juego para que nos rindamos a la política de la polarizaci­ón.

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