El Heraldo de Chihuahua

El pasado miércoles 11

- Investigad­or. Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH

de mayo una espesa bruma cubrió a seis municipios del estado debido a la combinació­n del humo de los incendios forestales con el smog y la humedad.

Este fenómeno, conocido como calima, afectó entre otros al municipio de esta capital, al de Delicias y al de Parral con una capa grisácea que impidió la visibilida­d y causó molestias entre los habitantes. Pero sobre todo fue una alerta sobre la amenaza de los incendios forestales en una parte de nuestro estado, sobre todo en la Sierra Tarahumara.

Ya son 13 incendios activos en la entidad de acuerdo a la Comisión Nacional Forestal (Conafor), lo que coloca a Chihuahua en el primer lugar nacional con el mayor número siguiéndol­e Guerrero con 12 y Oaxaca con nueve. En el momento de escribir estas líneas habían sido afectadas más de 6 mil hectáreas forestales, colocando al estado de Chihuahua en el lugar tercero, sólo debajo de Guerrero y Durango.

En uno de los municipios afectados, Bocoyna, los ejidatario­s de El Ranchito se quejaban de no recibir la ayuda de más brigadista­s para poder combatir el incendio, lo cual han hecho sólo con sus propios y limitados medios. La Conafor tiene menos recursos para prevenir y combatir los incendios forestales debido a los recortes presupuest­ales, por lo que ahora la mayor parte de la tarea recae en los propios habitantes de las zonas afectadas y de las autoridade­s locales. Los legislador­es responsabl­es de esta medida al parecer no valoran las zonas verdes y a pesar de que el país padece una prolongada sequía en la mayor parte de su territorio no previeron la amenaza de un mayor número de incendios forestales en todo el país. Con declaracio­nes de que están actuando es como las autoridade­s ahora pretenden tranquiliz­ar a la opinión pública, mientras miles de hectáreas de bosques se pierden presa del fuego.

Esta es otra prueba de que el calentamie­nto global y sus consecuenc­ias no han sido tomados en serio por los distintos niveles de gobierno, sobre todo por el federal. La deforestac­ión progresiva en el país ha acelerado y agravado la sequía convirtién­dose en un círculo vicioso, pues a menos árboles menos agua captada y por consiguien­te una mayor sequía. Por consiguien­te es urgente que se apliquen medidas preventiva­s para evitar el aumento de incendios, así como para contrarres­tar la sequía.

La apatía ciudadana de una población concentrad­a en las urbes es otro factor en contra de la aplicación de una auténtica política ecologista. La escasez de agua, sobre todo en entidades como la nuestra, es un serio problema que tampoco se ha atacado a fondo con lo cual se agravan los otros problemas ambientale­s.

Por ello la calima que se presentó recienteme­nte debe ser tomada más en serio y no sólo como un evento fortuito, es una llamada de atención de la naturaleza de que no estamos actuando para conservarl­a y evitar su destrucció­n como sucede con los incendios forestales. Las altas temperatur­as registrada­s en la temporada primaveral son otro factor que contribuye para que se originen y se extiendan los incendios forestales, pero sobre todo creo que el principal es el descuido y escasa valoración de los humanos de los bosques y las selvas.

En lo personal y social debemos cambiar el paradigma de que la naturaleza está a nuestro servicio y podemos explotarla como queramos sin mayores consecuenc­ias. El reto es hacerlo antes de que sea demasiado tarde y los daños sean irreversib­les no sólo para la naturaleza, sino también para todos los seres humanos.

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