Productividad de la mano a la calidad de vida
Han sido en tiempos recientes tema de discusión las posibilidades de reducir las horas laborales que por ley se desarrollen en los empleos en nuestro país.
Las posibilidades de esto son buenas y debemos considerarlas como una práctica que, por supuesto, deberá ser encaminada a mejorar las condiciones de vida de los colaboradores, de la estabilidad familiar, incremento de las horas donde los hijos estén cerca de la atención de los padres, mejora de las condiciones de estrés y tranquilidad emocional por desgaste normal de las jornadas laborales.
Definitivamente tiene sentido buscar que las condiciones de mejora en la vida de la sociedad productiva y sus familias sean un factor primordial para el crecimiento y la paz social.
Sólo que, aunado a dichas condiciones, es necesario disponer condiciones donde la competitividad y las posibilidades de representar siempre sean una mejor opción para tener productos y servicios que sean elegidos entre otros países del mundo; además de representar para posibles inversores, tanto nacionales como de otros países, una opción viable con una productividad que no sea afectada por estas decisiones.
Si mejoramos una parte de la estructura y la otra se debilita, estamos poniendo en entredicho el continuar siendo un atractivo industrial y comercial, poniendo así en riesgo la posibilidad de mantener los empleos y el crecimiento económico.
La acción debe involucrar a todos los elementos de las cadenas productivas, de los centros de trabajo, autoridades/gobiernos, empleados y sindicatos.
Esto debe incluir un afán incesante de incrementos de productividad, de eficiencia, de calidad en los productos desde la primera vez que desarrollen; de la innovación industrial y de procesos, donde pongamos ese enorme ingenio mexicano a desarrollar tanto prácticas técnicas como conductuales.
Donde veamos la necesidad de ser un ente integral, no las partes antagonistas que algunas figuras pretenden generar como los actores de la sociedad y de los entes laborales. Que busquemos soluciones que medien con el fin descrito anteriormente de equilibrio y mejora de lo que hacemos ahora. El interés es finalmente que los objetivos de todos se cumplan.
El ejemplo de “Checo” Pérez me parece muy adecuado, un corredor que tiene ambición de lograr triunfos y, sin embargo, con respeto pide que se le dé equidad, pero a la vez muestra que con el espíritu colaborativo se obtiene un mejor resultado para el colectivo del que es parte.
Es ahí donde podemos tomar lo mejor de su profesionalismo, y además de poner su mejor esfuerzo cada día que es requerido. Incluso, cuando en las clasificaciones tuvo un error, sus primeras palabras en la radio, con grandiosa humildad, fueron ¡perdón, me equivoqué!, y al día siguiente su tenacidad y el trabajo fabuloso de su equipo que agradeció al final de la carrera les redundó en el triunfo. Veamos pues que las medidas de productividad, calidad y respeto al trabajo y los trabajadores nos lleven a ejemplificar cómo se pueden lograr mejores condiciones de vida y progreso para una sociedad. ¡Van de la mano!