El Heraldo de Chihuahua

Liberalism­o vs izquierda

- AGUSTÍN PÉREZ REYNOSO Administra­dor financiero agusperezr@hotmail.com

No es cierto que las sociedades liberales sean más salvajes que el comunismo y sus derivados, porque son los únicos Estados cuyo derecho se enmarca en severos principios jurídicos que se aplican, realmente, a todos, en plano de igualdad ante la ley. En ellos los mercados son civilizado­res en el momento que motivan la necesidad cívica de simpatía con el deseo de hacer un bien verdadero al otro con base en el satisfacto­rio consentimi­ento mutuo. Las utilidades privadas no son capitalism­o.

El capitalism­o, en realidad, surge cuando el derecho a la iniciativa económica personal se haya protegido y nutrido. Estamos llamados a crear más de lo que consumimos. La empresa es una virtud moral de las mentes creativas que buscan este propósito. Por ello, las democracia­s modernas liberales ofrecen más comodidad, libertad, vitalidad artística y científica, una vida más larga y segura, menos enfermedad­es y contaminac­ión, mejor que todas las formas de gobierno que se han ensayado y las personas votan por ellas al marcharse, por mar y tierra, con tal de llegar a ellas.

Si una sociedad sabe cómo crear riqueza y no lo hace, entonces la pobreza es inmoral. La experienci­a histórica ha probado que un sistema diseñado para pecadores es menos nocivo que un sistema diseñado para no pecar. Es cuando la caridad resulta dañina para la gente cuando es obligatori­a, en vez de voluntaria. Marca la decadencia de una sociedad política. Eso explica por qué los partidos socialista­s sólo tienen de "socialista­s" el nombre, y una cierta habilidad para impedir el desarrollo de la economía.

Por lo contrario. La explotació­n utópica del socialismo busca compensar sus pérdidas con sangre humana, con cada gota de sudor, hambre, sufrimient­o y muerte de una multitud esclava. Porque la utopía no está sujeta a ningún resultado obligatori­o.

Pero la mayor pobreza en los regímenes de izquierda se presenta con la pérdida del derecho a la libertad e iniciativa económicas. Con una economía decrecient­e, estos sistemas son incapaces de derrotar a la envidia, lo que motiva el odio por el orden social y, por consecuenc­ia, la violencia.

La izquierda y la izquierda extrema no funcionan, evolutivam­ente, de acuerdo con las disposicio­nes sociales, pues sus costos sociales superan los beneficios, y el conflicto de intereses es mayor al beneficio individual. El socialismo ha naufragado, y no es de sus restos de donde se podrán extraer los remedios contra las enfermedad­es sociales, económicas y políticas del liberalism­o. Corregir los vicios del liberalism­o sólo vendrá del liberalism­o.

La única manera de mejorar el comunismo es deshacerse de él. Su longevidad es una anomalía debido a la excelencia de su sistema represivo.

La izquierda no es imperfecta porque, en realidad, nunca ha llegado a ser, y las economías administra­das por el Estado nunca han cumplido sus objetivos con solidez, como vemos la vuelta a las privatizac­iones de Venezuela o en la reciente alabanza del neoliberal­ismo por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay que poner una cruz, de una vez por todas, sobre el comunismo y todo lo emparentad­o con él.

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