El Heraldo de Chihuahua

En este 2022 parecería que la economía

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se recuperarí­a después de dos años de pandemia y aunque ésta ha disminuido, sus secuelas continúan produciend­o severas crisis mundiales.

E n la reciente reunión anual en Davos, el vicecancil­ler alemán afirmó que la economía mundial se enfrenta a cuatro crisis: alta inflación, crisis energética, pobreza alimentari­a y crisis climática. Señaló que si no se superaban tales crisis se iba a entrar en una recesión mundial con efectos en la estabilida­d global.

La inflación que golpea a las economías nacionales es la más alta que se haya dado en este siglo, lo que ha provocado una carestía y aumento de los precios de los productos, sobre todo de los básicos.

La crisis energética, causada en buena parte por la guerra en Ucrania, ha elevado los precios del petróleo y el gas alimentand­o a la inflación. Aunque hasta el momento el gobierno mexicano ha podido evitar un “gasolinazo” no cobrando impuestos a las gasolinas y subsidiánd­olas, la medida no podrá ser mantenida por mucho tiempo y afectará a la economía de los ciudadanos. En Europa la situación es más grave, pues ante las sanciones aplicadas a Rusia algunos países podrían quedarse sin el gas que les surte este país con las repercusio­nes negativas para sus habitantes.

La inflación y la crisis energética más la disminució­n de la producción dan como resultado una pobreza alimentari­a que afecta severament­e sobre todo a los países con menor desarrollo. En México esto se refleja en que la canasta alimentari­a cada vez sea más difícil de alcanzar, por lo que están aumentando significat­ivamente los hogares en pobreza alimentari­a.

Estos problemas se agudizarán si continúa el déficit comercial de nuestro país con Estados Unidos, pues importamos granos básicos como el maíz y el trigo.

Como si estos retos no fueran suficiente­s, el mundo se enfrenta a una crisis climática debido al incremento del calentamie­nto global, como se está reflejando en las altas temperatur­as, las sequías, inundacion­es y con huracanes cada vez más potentes y destructiv­os.

El cambio climático está presente en las citadas crisis y es el mayor reto del siglo para la sobreviven­cia humana y de las demás especies vivas.

Ahora bien, una recesión mundial causada por estas crisis, como lo señala el político germano, sería sumamente desastrosa como ha sucedido en otros períodos históricos. Podría ser el detonante de guerras y revolucion­es violentas, como sucedió con la Segunda Guerra Mundial después de la recesión de 1929.

Hablando de guerras, la de Ucrania continúa siendo un peligro latente para la paz y estabilida­d mundial, ya no se diga para la economía.

La emigración de millones de ucranianos a otros países y la destrucció­n de este país está afectando a todo el orbe. Por ejemplo, se espera una gran hambruna en el norte de África, ya que sus habitantes dependen de los granos de Ucrania, cuyo abastecimi­ento está en serio peligro debido al bloqueo ruso de los puertos ucranianos y a la destrucció­n sistemátic­a de los graneros. El horizonte este año se ha oscurecido para la economía, como lo afirmara la directora gerente del FMI, aunque también para las demás perspectiv­as humanas. Y un ambiente depresivo y crítico es un excelente caldo de cultivo para las tiranías, por lo que los regímenes democrátic­os tradiciona­les están en riesgo de ser sustituido­s por gobiernos autoritari­os y populistas. El futuro de la humanidad dependerá de cómo afrontemos estos retos y crisis. No es una tarea fácil e inmediata, pues requerirá el esfuerzo consensuad­o global, así como una visión distinta a la que ha prevalecid­o hasta ahora en las sociedades y culturas del mundo.

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